Mi pacata Clara se puso oscura. Y no conmigo (pt 8).
Seleccioné la cámara 3, la que me daba la visión de nuestro cuarto completo para ver como Federico y mi esposa no dejaban de besarse sin que él quitara su larga verga de la hasta esa noche, casi virginal concha de Clara.
Cuando retiraba sus labios de los de mi mujer para pasarle la lengua por el cuello, los hombros, hacerse dueño de sus tetas perfectas, lamiendo sus pezones, podía escuchar con claridad como ella gemía sin las inhibiciones a las que me habia sometido años y años.
Cada tanto, Federico apartaba su boca de su concha y le pasaba la lengua por el culo, se lo llenaba de saliva, para hundirsela en ese agujero que como se imaginarán, jamás me había permitido profanar. "Aghh... que rico que es eso... segui... segui, Fede... por favor ¿que me pasa?" se preguntaba casi a los gritos, entre gemidos, onomatopeyas, gruñidos... Aclaro que eso que Clara definía como "rico" era, justamente, los juegos excitantes de los labios, saliva y lengua de Federico estimulando el culo de mi mujer. "¿Querés más de mi saliva y lengua en tu culo, bebé?" le preguntó sin tapujos. Mi esposa estaba entregada: su magníco cuerpo, solo vestido por esa piel única, toda sudada, con la cara apoyada en la almohada -nuestra almohada-, sus brazos extendidos a cada lado de su rostro, mientras con sus rodillas mantenía su deseado ojete bien parado, al servicio de su macho. "Si. Pero solo asi, por favor, Fede, que me enloquece. No quiero tu pija adentro, te lo ruego". El pedante cumpleañero prosiguió con su faena: saliva, besos, lengua lamiendo, lengua penetrando (cada vez que se la metía un poquito Clara no podía disimular como se le escapaba un suspiro). "¿Asi, amor?" preguntó el atrevido. Resonó en mi cabeza: "Amor". El descarado le dijo "Amor" a mi mujer. "Si, asi, lindo." contestó ella. "Me da mucho placer. Todo hoy es único, Fede".
Él abandona el ojete de Clara y besando, mordisqueando, lamiendo su espalda, llega hasta su cuello, al que besa y llena de saliva. Vuelve a sujetar su nuca, la da vuelta... ella lo mira caliente, respirando agitada. "Jamás vi a mi mujer asi, Dios mio." pensé, excitado. Federico trae el rostro de Clara hacia el suyo, la besa entremezclando sus lenguas y le lanza "¿Estás disfrutando todo lo que hacemos, amor?". El sorete seguía forzando la historia. "Si... Fede.". El vuelve con una pregunta "El jueves ¿te sentiste ultrajada o te dió placer saber que me calentaste que no pude resistirme?". Clara lo miró sin saber exactamente que contestar. Su cabeza y su cuerpo estaban volando juntos mezclados y estremecidos por los efectos que experimentaba por primera vez. Y la merca. Lo que la cocaína le estaría provocando permitía no solo su desinhibición sino su total falta de culpa. "Clara" insistió "El jueves ¿te sentiste ultrajada o te dió placer saber que me calentaste que no pude resistirme?". Mi esposa flotaba en un limbo inédito. "Me calentó, amor." respondió. ¡Ella seguía cayendo en su manipulación! "Tomarme por asalto, sentir tu pija buscando entrar en mi, luego tus manos firmes, seguras, sujetando mi cintura para manejar mi cuerpo hacia vos, como si me garcharas... y cuando me acariciaste la teta... ya estaba completamente mojada. Si bien mi cabeza estaba en blanco por el shock, rogué porque nos transportáramos a otro lugar, sin mi marido cerca, sin mi hijo, sin tus amigos. Deseé un milagro, un pase de magia que nos permitiese estar a solas. Esa noche, amor, luego del revoltijo que me invadió, caí dormida." ¡Seguía sus reglas sin chistar la muy ingenua! "Y soñé que cogíamos vos y yo, que me hacias tu puta, que me enseñabas, que yo te complacía en todo. Estoy segura que tuve un par de orgasmos mientras dormía." fue el monólogo con el que mi mujer se entregaba finalmente a Federico. Con razón se arqueaba cuando la pajeaba con los dedos y gemía y no me rechazó como decenas de veces que intenté masturbarla durmiendo. Clara siguió "A la mañana desperté con la voz ronca, una disfonía que me duró todo el viernes. Estoy segura que fue producto del sueño caliente: tanta fuerza hice al imaginarnos garchando que quedé ronca". Yo escuchaba todo, miraba todo, incrédulo y excitado, impávido y celoso, resistiendome a resignarme por los cuernos que Clara me estaba poniendo sin sentir una mínima culpa por aprovechar mi ausencia para dejarse seducir sin limites por un niñato que doblaba en edad.
Federico y Clara se mezclan en un beso que obviaba calentura de amantes furtivos... supe que ese beso llevaba una carga sentimental. La boluda, drogada, borracha, desbordada se metió en su jueguito. "Amor" le dijo, respondiéndo con el mismo término con el que él la nombró. Ya no Clara, ya no bebé, ya no reina, ya no linda. "Amor".
Dejan de besarse y Federico va por todo. "¿Algo de lo que hicimos te disgustó, amor?". Ella, toda desnuda con los rastros de una noche sexual en semejante cuerpo, estaba en sus manos, cedida a sus decisiones, responde con ternura y algo de deseo "Nada, Fede. Todo lo que pasa, todo lo que me hacés está haciendo que goce muchísimo". Federico sonríe: sabe que ganó. Que me ganó. "¿Querés que terminemos, amor?". Clara lo mira sorprendida. "No. ¿Por qué me preguntás? ¿Vos si?". Ahi el borrego saca la bolsita de merca e inquiere "¿Cuál es la mesa de luz de tu marido?". Mi esposa señala "Esa" con ojos de curiosa. Federico vuelca el contenido de la bolsa sobre el vidrio de dicho mueble, mi mesa, le da otro beso dulce a mi mujer y la llama "Veni, acercate. Si no querés que terminemos, demos un paso más en esta relación". Mi suposición inicial, seguro de que Clara se resistiría otra vez falló. El machito alfa, desvergonzadamente y sin pedir permiso, abre mi cajón y encuentra sujetos por una gomita unos billetes de $10.000. Toma uno, hace un rollo, saca del portarretratos una foto en la que estamos ella y yo, marido y mujer, sonrientes, recuerdo de unas vacaciones, la dobla al medio para armar unas cuantas rayas y le dice a mi mujer "Mirame". Clara, como hipnotizada no quita sus ojos del montón de polvito blanco que retoza en mi mesita y cuando Federico aspira una linea ella gime. "Ufff, pendejo. Me excitó verte hacer eso". Él le da el billete enrollado y la empuja "Ahora haceme excitar vos a mi, amor", llevando su deseo de pervertirla lo más lejos que pueda en tanto yo, su esposo, solo soy testigo doliente del debut de mi amada tomando merca. Clara se jala una raya y gime como si acabara cuando entra en ella, por unos segundos asimila el sabor, compara la percepción de ser penetrada, hasta que tiene la impresión de que vuelve a envalentonarse, Lo mira a Federico y sin pudores le pregunta textualmente: "Mi amor ¿puedo aspirar otra más?".
El vanidoso de Federico no solo consiguió su propósito, el de poseer a mi esposa, disfrutar de su cuerpo único, enloquecerla de calentura al punto de que ella ceda ante cada necesidad que él quiera satisfacer como al confesarle que quería cojerla como regalo de cumpleaños, además la desinhibió, le abrió la cabeza, hizo que Clara confíe en él como para tomar cocaína sin resistirse, en su hábil manipulación logró que se dirija a él como su "amor"... no quiero imaginar que cosas más se atrevería a proponerle ya que seguro mi mujer, mi pareja por casi 2 décadas, la hembra que solía negarse a cada una de mis solicitudes sexuales le diría "Si" regalada con la entrepierna empapada.
Con la foto de Clara y mia doblada al medio Federico juntó una cantidad de cocaína y la puso en el vidrio del portarretratos el que colocó sobre nuestra almohada, la que se veía llena de baba, fluidos, transpiración. Mi esposa estaba experimentando los efectos de las dos rayas. Ver a Clara mandibulear me la volvió a poner dura. Abrí la heladerita y destapé una lata de cerveza mientras que en el summum de mi cornudez me dieron ganas de estar ahi, observándolos sin participar, como un buen cornudo a la vez que calmaba mis celos aspirandome un par de rayas... miré la hora. Eran las 3.15 am. "Ya van tres horas y media que este chamuyero está disfrutando del inigualable cuerpo de mi esposa" pensé. "Y yo calculé que para las 4 am Federico se retiraba de mi casa. MI casa, MI esposa, MI honra. En 3 horas y media el altanero musculoso se adueñó de todo lo que construí en casi 20 años"...
Ya les conté varias veces lo que era el cuerpo de mi mujer lo cierto es que nunca la había visto desnuda tanto tiempo. Esa noche morbosa todo lo novedoso no le pasaba solo a mi esposa, a la distancia, al menos compartíamos algo. Ella, como partícipe y yo, como fisgón y cornudo.
Federico le pidió que vuelva a ponerse como estaba antes de tomar y ella obedeció sin decir nada. Su cara se pegó a la almohada a centímetros del portarretratos con la coca, sus brazos extendidos a cada lado de su cabeza, sus tetas fabulosas apoyadas en la cama y el culo parado, gracias a sus rodillas genuflexas. "Pedime, amor" le ordenó él guacho. Ella, su servicial amante no necesitó mayores explicaciones. "Amor, chupame el culo, pasame tu lengua, llenámelo de saliva... haceme gozar, pendejo..." a lo que él agregó "Mientras vos ¿que hacés con eso que tenés pegado a tu nariz?". Clara se estremeció. "Dame el tubo" le dijo. Y asi estuvieron unos cuantos minutos. Federico dandole placer con sus labios, lengua, saliva en su ojete virgen en tanto mi esposa gemia, le decía palabras sucias y, cada vez con más frecuencia se daba un saque. En unos 10 minutos le habré contado 7 orgasmos y 4 tiros. Ahi el borrego le ordena, amablemente: "Amor. Juntá un poco de merca con tu índice y pasátela por el agujero del culo". Ella, por primera vez desde que se transformó en su puta, duda. "Fede, te dije que el culo, no. Por favor.". El le acaricia las nalgas y le susurra "¿Algo de lo que estamos haciendo te disgusta?". Ella responde con resignación "No, pero..." él no la dejó finalizar. Tomó su mano suavemente, le extendió el dedo, juntó cocaína en su uña, la llevó a su culo y esparció el polvillo dentro de su agujero. Ahi mismo, le dió una sonora nalgada que le dejó el orto colorado. Esa era la primera vez que Clara recibía una cachetada en una de las nalgas de su hermoso culo. "¿Que te hace tomar merca, amor?". Aun sorprendida por el cachetazo responde titubeando "Me hace sentir una puta, sin culpa, con placer". Federico, decidido, empieza a pajearle la concha con sus dedos, se ensaliva la punta de esa serpiente que llevaba como poronga cuando escucha a Clara en su enésima esnifada de la noche.
"Amor. ¿Estás remerqueada?" pregunta el machito de mi mujer. "Si, amor. Me encanta. Estoy caliente, estoy puta, estoy deseosa. Haceme gozar más, amor mio" escuché como puñaladas que volaband desde la voz de mi amada hasta mi corazón. Federico corriendo un nuevo límite la obliga "Amor. Quiero que me pidas que te haga el culo." Ella se vuelve hacia él. Su cara de puta, su mirada lasciva, no las voy a poder olvidar jamás. Mientras un hilo de baba le corría por la comisura de su boca noto que ambas fosas nasales están completamente blancas y en un sumiso acto de entrega total grita "Amor, desvirgame el orto. Nadie nunca entró en él, vos vas a ser el primero. Te lo entrego como prueba de que asumo que soy tu puta. Fede: soy tu puta. Haceme el ojete, pendejo. Rompeme el culo, haceme tuya... completamente".
A Federico se le dibuja otra vez esa sonrisa de ganador, de pedante que se jacta de su triunfo, vuelve a ensalivarse la cabeza de la pija y se la apoya en el diminuto agujerito del orto de Clara...
... sigue en unas horas o en unos dias....
"Amor. ¿Estás remerqueada?" pregunta el machito de mi mujer. "Si, amor. Me encanta. Estoy caliente, estoy puta, estoy deseosa. Haceme gozar más, amor mio" escuché como puñaladas que volaband desde la voz de mi amada hasta mi corazón. Federico corriendo un nuevo límite la obliga "Amor. Quiero que me pidas que te haga el culo." Ella se vuelve hacia él. Su cara de puta, su mirada lasciva, no las voy a poder olvidar jamás. Mientras un hilo de baba le corría por la comisura de su boca noto que ambas fosas nasales están completamente blancas y en un sumiso acto de entrega total grita "Amor, desvirgame el orto. Nadie nunca entró en él, vos vas a ser el primero. Te lo entrego como prueba de que asumo que soy tu puta. Fede: soy tu puta. Haceme el ojete, pendejo. Rompeme el culo, haceme tuya... completamente".
A Federico se le dibuja otra vez esa sonrisa de ganador, de pedante que se jacta de su triunfo, vuelve a ensalivarse la cabeza de la pija y se la apoya en el diminuto agujerito del orto de Clara...
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