Mi pacata Clara se puso oscura. Y no conmigo (pt 10).


Federico tenía su "Yarará" (tal su apodo, por el largo de su miembro) poseyendo hasta enloquecer a mi esposa, si. Mi mujer, la madre, de mi hijo a quien puedo afirmar que recién HOY conocía su lado perverso, lascivo, insaciable y complaciente que a mi me negó como novia y como esposa. Clara. de 37 años había permitido con placer ser pervertida por el borrego de 18, amigo-compañero de mi hijo quien desde que tenían apenas 8 mientras todas las semanas usaban nuestra casa para hacer las tareas colegiales, junto con los otro dos lacayos del machito alfa: Andrés y el Chino. Ellos cuatro, sumando a el Fichu, única descendencia pues que mi ya fenecida compañera no solo tenía adversión y rechazo al sexo conmigo ("hace el amor" era el término de telenovela que siempre usaba, hasta esta noche de descontrol) sino que cuando accedía, de mala gana, como si fuera un trámite obligatorio, siempre -pero s-i-e-m-p-r-e- me forzaba a usar preservativos. No sea cosa que tras que padecía el tener relaciones conmigo, sin disimular su desgano, volviera a quedar embarazada. 

Y en un descaro irrespetuoso del borrego su mente hizo un click mandando señales a su cuerpo lujurioso y en un par de horas, Federico, a quien ella doblaba en edad, logró rescatarla de la cárcel que ella había creado a su alrededor: rompió a patadas como un buen macho dominante cada barrote tomando violántamente a mi esposa para liberarla sin que ella lo pidiese o siquiera fuera consultada. 

Clara, con el orto parado, su cara pegada al portarretratos lleno de merca, gemía con la chota a pelo, asi, sin forro, protección que a su amante jamás se le ocurrió exigirle que se lo coloque.
Federico, bombeaba sin parar, recordándole que manjar le consiguió para extender ese encuentro para lo que mi amada, compinche de su macho, me envíase un whatsapp con una perorata inventada en la que me expresaba que "necesitaba unas horas más de tranquilidad y soledad" y que por favor, regrese de mi viaje ya no al mediodía del domingo... si no a la hora de la cena pues el tiempo que compartió con si misma fue revelador. "Tranquilidad y soledad". ¡Puta, reputa, la abuela de todas las putas! "¿Que hay en el portarretratos, mi puta?" forzaba el pervertidor. Clara volteaba la cabeza dejando que yo también, por la cámara 3 que tenía instalada en nuestro cuarto, descubriera su nuevo rostro de trola, calentona, puta regalada. Como respuesta, jaló una, dos, tres líneas y cada aspirada, antes de ir a la siguiente, dejaba salir un gemido caliente. "Ahhhhhhhhhhhhh...."

Tras la repentina visita inesperada de Federico, el sábado a las 22.30, a medida que la astucia de semejante patán mezclándole vino con cocaína -durante poco más de una hora, le proporcionó 2 gramos y medio- con lo que logró su depravada ambición: que Clara se desinhiba, que se sienta libre, desprejuiciada, sexual, "valiente" agregó él. Antes de terminar su cumpleaños el regalo que más deseaba para su dia -cojerselá- vino directamente de la boca de ella.
"¿Viste la hora? 23.53. O sea, en 7 minutos termina tu cumpleaños, Fede y vos soñabas y deseabas un regalo preciso para hoy. Lo tenés acá a tu merced ¿qué pasa que no lo agarrás de la góndola y te lo robás? Animate a hacer tuyo lo que legalmente es de otro".se regaló mi mujer, helándome la sangre pero poniéndome la pija en posición de más pajas. 

Luego, cuando el hecho estaba consumado. Mi esposa no se resistía ni rechazaba cada nuevo embate de su amante adolescente. Quiso el culo virgen negado siempre para mi, y su ojete fue de él, deseó que trague su leche y asi lo hizo, también por primera vez, cojían sin protección: era su hembra y estaba ahi para complacerlo. Ambos se hiceron un solo cuerpo. Federico, adueñándose de la concha de Clara, garchándola como solo un borrego de 18 años, con ese cuerpo musculoso adornado por tatuajes era capaz de resistir... se la saco de golpe y mi mujer volvió la cabeza sorprendida. Con la fuerza de sus brazos torneados la dió vuelta con lo cual ella quedó mirando al techo. "Abrite bien" ordenó. "Uf... si. mi amor" fue la respuesta en palabras ya que la contestación física se cumplió en 1 segundo. "¿Querés mi pedazo de carne adentro de tu concha?" y otra vez, la puñalada "TU concha, amor" contestó. Él puso sus piernas sobre cada uno de sus hombros fornidos y se la mandó entera. Clara gritó "Aghhhhhhhhhh.... no podés, pendejo... no podés cojer asi... sos el demonio.... me hacés conocer lo mas pernicioso, sucio, tan maligno que muero de curiosidad por conocer todo lo obsceno que sos y me llevás a ser". Federico le daba y le daba y le daba sin parar. "Flap", "flap", "flap" era la música que escuchaba en paralelo a la lujuria de mi nueva esposa. "Asi de atorranta su cuerpazo se potencia" pensé, afiebrado, dejando de lado que su desvergüenza y apertura sexual no fue obra de su esposo, yo.


Agitado, caliente, drogado, con una voz algo endiablada, el borrego le aclaró "Cuándo estábamos abajo, mientras ibamos creando el clima que nos llevó a cruzar todo límite, te dije que el Federico de 18 años deseaba ser generoso y darte, al menos, parte de la leche que como mamá de mi compañero me diste tantos años en la merieda ¿recordás?". Clara se movía sin poder deternerse fruto de los vergazos de el atorrante que logró pervertirla -lo que de seguro le sumaba petulancia- por lo que dejó salir un "Mmmsiiii... aahhh....". Él se ve que no estaba acostumbrado a andarse con chiquitas. "¿Y yo que te pregunté, mi amor?"... "Nno....nnnnn...o.... recuer.... re... re...cuerdo... aghhh..." le contestó con esfuerzo por concentrarse en la charla pues asi loca. caliente, drogada, puta descubrí que se sumergía en un sopor que nublaba su raciocinio. "Te pregunté ¿Dónde querías mi leche?". Mi amada esposa, la que me costó años y cientos de intentos de ponerla algo caliente logró abrir los ojos mientras su cuerpo iba y venía a velocidad imposible con el 
"flap", "flap", "flap" que emanaba de su concha. "Llename la concha, Fede. Dame...aghhh... Dios... damela... to... t..t...toda... adentro... te lo ruego... si eso deseás, haceme tu puta aún más. Aghhh... acabo de solo pensar que voy.... a sss... ssen...tirlaaaaaaaaaaa". Y el hijo de mil vagones de putas pegó un gemido de placer y sin preocupación ninguna... la agarró del culo, pegándo su concha a su pubis, asi su serpenteante poronga se acurrucaba en la cueva... "Sentila, amor... Disfrutala como lo que sos... ¿y que sos?" la provocó el macho. "La siento... toda... ay, mi Dios... Soy una puta. Esta noche soy tu puta pero si vos me lo pedís... puedo ser la puta de quien quieras, sos mi macho yo soy tu puta y deliro saciando tus pedidos... ay, ay... cuanta leche... toda adentro... bien bien bien adentro... que rico es esto... si hubiese tenido un hombre como vos... ufff.... no habría... ay, ay... sigue, sigue escupiendo... no habria perdido tanto tiempo en conocer lo que es el sexo de verdad... affffff...affffffffff... Fede.... tu pija sigue desbordándome la concha.... que puta soy... decimelo... por favor" fue otro de los inéditos deseos de mi amor. "Clara, sos reputa ¿Sabés? La zorra más puta de las que he pervertido..." le confió sin temor a que comparar a mi esposa con otras podía ponerla incómoda... 


Desde mi celular, hacía casi 10 horas que iba siendo testigo de la habilidad que poseía Federico E
ste imberbe de solo 18 añospara emputecer a una mujer casada, fiel, que rehusaba del sexo... Mi esposa transformada en reputa, caliente, deseosa, entregada, servil... Yo seguía caliente. Porque aun Federico no estaba satisfecho. Fue retirando lentamente su larguísima verga tan despacio que Clara se arqueaba de gozo... Y ahi fue por más. "Te quiero ver arrodillade en el piso, amor" solicitud que, como saben, era una órden para la trolaza de la mina que amé casi 20 años -y aún sigo amando. Cuando ella bajó de nuestro lecho matrimonial, testigo de horas y horas de maratón sexual y se puso en esa posición, él se sentó en la cama, abrió las piernas -pude ver que todavía la tenía algo dura- y le preguntó "¿Cuántas veces se la chupaste al cornudo de Luis?". Clara, sin dejar de mirarle el socotroco chorreado de leche, fluidos, transpiración y demás, respondió con una encogida de hombros. "¿Que significa esa respuesta?" insistió Federico. Y quien hasta las 22 había sido la persona en la que más confiaba, mi compañera, mi socia, mi compinche, embobada con los ojos en su chota, la toma con las dos manos y solo dice "Creo que una vez, porque el cornudo de Luis me tenía harta de tanto y tanto pedir..." e ipso facto se la metió en la boca... intentó tragarse toda la pija de Federico pero era tan extensa... él la ayudó con sus dos manos en la nuca de mi puta Clara y comenzó cada vez más a forzar porque ella se la comiera completa. "Gluck", "gluck", "gluck" escuchaba sabiendo que se la estaba enterrando hasta la campanilla... "Aghh... Aghhh..." fueron dos arcadas...él retiró la chota de su boca y un tremendo hilo de baba mezclado con todos los líquidos sexuales formó un puente entre la cabeza y la lengua.


Ella, puta, caliente, descubriendo al fin el goce extremo, lo miró como solo miran las mujeres liberales, infieles, a las que la fiebre morbosa pudren hasta lo más turbio su cabeza la que ordena a su cuerpo - ¡y que cuerpo! - que todo es posible, que jamás le dirá que no. Sola, volvió a engullirse esa poronga que daba envidia, aguantando las arcadas, poco a poco se hizo experta en comersela completa.


Federico se notaba caliente. Se tiró hacia atrás en la cama en tanto Clara mamaba y mamaba. Tomó mi portarretratos, la arruinada foto nuestra, armó unas cuantas rayas -5 gramos era verdaderamente una gran cantidad- pegándose dos jaladas. Con el cartoncito doblado, que hasta hoy se lucía en el cuadrito, recogió una buena cantidad de cocaína, apartó la boca de mi esposa de su vergaza... el hilo de baba estaba más grueso aún. Sin pudor se secó su carne 
con nuestras sábanas esparciendo el polvo a lo largo de su chota. Digamos, que de acuerdo a la dimensión promedio de cada trazo que apiraron esa noche... el camino que armó con esa sustancia con la que había convertido en una reverenda puta a mi mujer (y cada vez que escribo "mi mujer" ó "mi esposa" me siento más cornudo de lo que ya soy) promediaba, de largo, unas tres líneas. Clara seguia caliente, hipnotizada... y la recordé la noche del jueves... en trance... ida de si misma... No fue necesaria ninguna orden, pedido, indicación. La ramera de... ella buscó el tubito sobre la cama... y como no lo encontró, imitó a Federico. Abrió mi cajón, en el que la cantidad de billetes de 10 mil pesos sujetos por una bandita se veía mucho más flaco. Clara, por si sola, lo enrolló y lentamente, pero sin pausa, se metió toda esa cantidad. "Ahhhh" gimió. "Ahhh, ahhh" repitió. Agarró su trozo y se lo metió en la boca. ¡Dios mio! Cómo adquirió esperiencia en poquísimos minutos... se la chupaba, se la lamía, sacó toda su lengua y desde los huevos hasta la punta, lamió como pasando un pincel por una pared. Antes de volver a comérsela le dijo, casi riendo "Macho mio... noto como tu jugo espeso está saliendo de mi concha... estoy chorreando leche. Tu leche." Federico le sugirió "No te la pierdas. Metete los dedos en la vulva, adentro, y alimentate..." a lo que ella, cada minuto más facilonga le responde "No te olvides de los años que me debés la leche de cada merienda", Lo mira, se rie tan trola, se mete la mano en su cueva, y veo que lleva a su boca un tremendo caudal de semen...


Miro la hora. 9:45. ¿Dónde estaba el Fichu? ¿Que faltaría? ¿Que más necesitaría el degenerado desvergonzado para humillarme adueñándose de mi esposa?

En ese instante, en el que Clara repetía la acción de reunir leche de Federico de adentro de su vagina sin dejar de mirarlo, porque estaba midiendo cuánto le calentaba su sumisión, lo escucho decir... "Amor. ¿Cogiste, tomaste merca, me diste el culo, te llené la concha de leche, me la mamaste, aspiraste de mi pija... todo eso con ¡el anillo de casamiento puesto!". Mi mujer se detiene mira su mano para notar que llevaba puesta tan simbólica alhaja, levanta la mirada como esperando una indicación.... "Luis, ¿o sea?" chicanea. "El cornudazo, el perdedor de mi pobre marido" lanza mi chica ya sin molestia y casi con calentura... él mueve la cabeza en un signo de aprobación "El corno perdedor no debería marcar territorio en nuestra fiesta ¿no?". Ella lo mira sin entender cuando Federico imita el gesto como si se sacara la alianza. Ella obedece y la retira de su dedo. "Tenela en la mano todavía" le pide, ideando alguna nueva pervrsión. "Ok" dice. Parece que su podrida mente no para de inventar perversiones.


"Ya es de dia y me parece que tenemos un domingo soleado". Ella, con la alianza en su palma cerrada, levanta la pesiana y si. La mañana estaba esplendorosa. "¿Tenés la piscina con agua, amor?". Ya sabía: hice bién en colocar la cámara 5 en el jardín. "Si, Fede" responde Clara, poniéndose de pie, sin el pudor que le conocia por estar completamente desnuda, chorreando leche, liquidos vaginales, toda sudada. Mira sus brazos musculosos y tatuados. Los toca, acaricia, los besa. "Estás refuerte, pendejo" le confiesa. "¿Y vos? La más hermosa yegua que me estoy garchando" habla en presente. "Necesitamos un baño, vení" agrega él mientras la toma de la mano, salen casi en puntas de pie de nuestra habitación -la que seguro debe estar oliendo a prostibulo- caminan rápido unos metros por el comedor y asi, desnudos, con claros signos de que tuvieron sexo y del bueno, pisando el pasto del jardín rumbean a la pileta. Cambio a cámara 5.

Él se adelanta, dándole la espalda. Clara, asi, desnuda, merqueada, chorreando semen y sus fluidos, tan vulnerable lo observa. "¿Cuándo te pusiste asi de bueno, Fede?" a lo que él responde volviéndose a mi esposa, tomándo sus hombros atrayendo cuerpo contra cuerpo, para besarla como solo se besan los que se aman. Tengo que reconocer, con dolor y resignación, que a pesar de la enorme diferencia de edad, la perfección de sus erotizantes cuerpos, la piel tersa de mi esposa junto al musculoso y tatuado físico de Federico podrían ser confundidos como una pareja. Luego de un larguísimo y húmedo beso, él la aparta y le pregunta "¿Nunca pensaste en hacerte un tatuaje? ¿Sabés como adornaría ese lomo de perra?". El corazón me dió un brinco. "¿De verdad?" se mira desnuda y con la piel limpia. "Yo tatúo, Clara. ¿Lo hacemos en la semana?". Ella piensa y le recuerda "En la semana está Luis... ehhh.... el cornudo de mi marido... ¿que excusa invento?". Federico se rie "¿Excusa? No tiene porque verlo. Podemos empezar... por alguna zona íntima". Clara se toca la concha. Estaba empezando a calentarse. "¿Trajiste la...?" iba a preguntar pero su macho abre la mano: una bolsa de merca.. "Dame asi te digo que si a todo". Él se acuesta en el borde de cemento de la pileta y esparce el polvo en su verga. "Ufff..." expresa Clara sin dejar de tocarse la vulva y como una experta, ya sin ningún tubo, apoya su nariz en esa pija que la domina y recorre la extensión de la línea. "Ahhhh, Dios.... que bueno que es tomar mientras hacemos lo que nunca pensé". Federico le advierte que "Aun queda un poquito en mi pija". Mi desvergonzada esposa la toma con las dos manos, le pasa la lengua y luego se la hunde en la boca. "Gluck", "gluck", "gluck" oigo mirando sin creer que Clara... ya la tenía toda adentro, tocandole la garganta....

.... Sigue... ¿Clara mantendrá conmigo, su esposo, su nuevo traje de puta? ¿O conmigo volverá la pacata mientras Federico la hace coger con otros?


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