Mi pacata Clara se puso oscura. Y no conmigo (pt 4).


Nos acostamos más alla de las 3 am, es decir que en unas 3 horas cumpiría mi ritual de levantarme y si esa mañana Clara no tenía ningún compromiso, yo igual preparaba el desayuno para el Pichu y para ella, aunque si no estaba obligada a levantarse conmigo y nuestro hijo mi esposa aprovechaba y dormía casi hasta las 11. Yo le dejaba la taza con su té con leche y unas tostadas con queso confiado que, aunque acostada y nosotros en el comedor, de alguna manera toda la familia desayunaba junta hasta que hace unos años, para mi desilusión, descubrí que se dormía tan profundamente que su té se enfriaba y sus tostadas por culpa del queso, se ablandaban todas... Clara siempre fue una madre excelente y muy presente y más allá de lo que ya les conté sobre su adversión casi traumática con el tema sexo solía ser una esposa de las que no confrontan, que acompañan, siempre con una sonrisa aunque Pichu y yo nos pongamos a mirar fútbol, ella me cebaba mates, si tenía una junta por la cual debía hacer horas extras o viajar, Clara me ayudaba con la ropa para la reunión o a preparar las valijas. Pero le gustaba mucho la cama pero no para cojer, siempre fue muy remolona. 



En esas 3 horas entre que nos acostamos -y ella cayó rendida enseguida- y la hora de levantarse no pegué un ojo. Mi cabeza estaba girando cual calesita, con varios temas que resolver y encima a ninguno podía darle un orden de importancia por sobre los otros.
- Había aceptado a piés juntillas cada punto de lo que el morbo de Federico había creado, entre los cuales estaba permitir que se coja a mi mujer mañana mismo. Reconozco que lo que el borrego tenía pensado me había excitado como no recuerdo vez anterior. Estaba poniendo en juego mi matrimonio si Clara se enteraba que yo formaba parte del plan. ¡Yo, que quería convertirla en mi puta, ante mis años de fracasos estaba consintiendo que fuera Federico, un niñato de 18 años -mañana- quien tomara mi lugar! ¡Y por lo que se veía, él tenía las de ganar! Consentí que ante mis traspiés, Clara fuera la puta de otro primero y no la de su esposo, o sea, yo pues le fue muy fácil hacerme la cabeza: si lograba extirparle toda su pacatería para convertirla en una atorranta sedienta de sexo ¿que importaba quien lo conseguia primero? Ella era mi mujer, yo sería el segundo que la disfrutaría... 
- Aunque todo esto me transformaba en un cornudo, a la vez me excitaba pensar que todo lo que portaba la hembra de mi mujer:  piel hermosa, cara perfecta, ojos verdes, rubia, de enormes tetas, piernas delgadas y largas, un culo por el que se paraban para apreciarlo y una concha casi virginal, de labios rosados, iba a ser gozada por otro hombre. Cerré los ojos e imaginé la escena: Federico cogiendo a una excitada y gimiente Carla, la que por primera vez pedía más pija. "¿Decime que sos?" supuse que el pendejo le preguntaría sin dejar de bombearla y mi cabeza ya domada supuso que respondería "Soy Clara. La puta de Fede". Mi pija dió un respingo y escupió un poco de presemen. Si hacer barullo corri al baño, en el canasto todavía estaba su tanga empapada de lo puta y caliente que se puso la timorata pero por el accionar de otro tipo. La agarré, y mientras la olía sin creer que esos jugos eran de mi mujer, seguí imaginando que Federico lograba su cometido. Nuestro cometido: "Soy Clara, la más puta, dame pija, Fede, volveme tu puta, haceme muy puta, como cuando me la apoyaste en la cocina y yo me quedé quieta, complaciendo a tu verga mientras mi bombacha se enchastraba". Acabé enloquecido. Estaba decidido a ser el segundo de Federico si eso lograba que Clara rompiera los barrotes de su jaula de mojigata. 
- Volvi a la cama y seguia pensando: voy a pedirle a Nelson el pendejo nerd que maneja las redes de la empresa que me instale una app en el celular para que se conecte con la notebook. Es más: dos cámaras no van a ser suficientes. Voy a traerme dos más de la oficina.
- Hablando de eso: tenía que convencer a Clara que se vaya de la casa al menos por dos horas, asi tenía la libertad de poner dos cámaras en la habitación, una en el comedor y la cuarta... ¡en la pileta que teníamos en el jardín! No se, tuve un presentimiento.
- Otra de mis cavilaciones: ¿con que excusa desaparezco el sábado a la noche de casa? Voy a escribir una nota con el sello de la empresa diciendo que tengo que viajar a la Pampa a reunirme con unos tipos que son los únocos fabricantes de unos repuestos especiales y solo me podían atender el sábado a la tarde. El domingo temprano ya estaría en casa...

Mientras la noche pasaba, el reloj giraba, me ponia mas ansioso y menos podia dormir...



¡Necesito el whats app de Federico! Grité en silencio. ¡Tengo que estar en contacto con él, quiero que sepa que yo estaré atento a que Clara no la pase mal, no se sienta incómoda, que todo lo que ocurra sea con su consentimiento y su placer! Volví a levantarme, subi despacio las escaleras de madera, entré al cuarto de mi hijo y en la mesa de luz reposaba, cargándose, su celular. En una hora sonaría el despertador: tenía que hacerlo rápido. Tomé un pedazo de papel, una birome que andaba por ahi, busqué Federico Montemar (su apellido) y anoté su número. Listo. En algún momento del día le escribo asi sabe que lo puedo controlar.

¡Cuanta ansiedad! ¡Cuanto nervio! Pero a la vez ¡que caliente que me sentía! No me importaba el papel de cornudo. Quería a Clara libre, excitada, siempre mojada para mi y si para lograrlo debía sacrificar su fidelidad y ponerme los cuernos... el disfrute futuro lo valía.

Volví a la cama. Ya no iba a dormir. Mientra Clara lo hacía apaciblemente. Corrí las sábanas con las que se cubría y por enésima vez teníaque aceptar lo fuerte que estaba casi idéntica a la adolescente virginal de 19 años que conocí y con la que me casé dos años después ya de esto, casi dos décadas 20 años. Vinieron a mi mente despabilada lo que le dijo Federico al Chino y Andrés hace menos de 10 horas -y para mi parece una eternidad: 
"A esta mujer los años la ponen cada vez mas perra".
Volví a mirarla y la destapé un poco más y la noté tan relajada que me animé a hacer algo que sabía que ella rechazaba, que no le gustaba, que se sentía sucia. Le bajé la tanga limpia que se puso tras la ducha y cuando mi mano llevó mi dedo anular hacia su hermosa concha... ¡vaya mi sorpresa! ¡Estaba toda mojada! ¿Estaría soñando con...? No quise ni suponerlo, pero aprovechando su lubricación le metí dos dedos en su vulva húmeda. Clara, que siempre se despertaba ni bien sentia que yo buscaba sexo, que la manoseaba, quizás por el cansancio mental que tuvo que soportar esa noche, no solo ni se despertó, en un acto que me sorprendio arqueó su cuerpo para que sin mucho esfuerzo, mis dedos entraran más profundo por lo que le colé un tercero. Clara en vez de repeler mis manoseos, arqueaba su espalda, movía su pelvis ayudándome a que media mano la pajeé con su ayuda y cada tanto soltaba un gemido. No pude más y mientras con una la pajeaba dandome cuenta que en trance, dormida, su pacatería le daba paso al goce con la otra mano me empecé a pajear de nuevo.


Por unos instantes todos los problemas que debia resolver ese dia y parte del siguiente y que impidieron que duerma se disiparon hasta que, como un flash, cruzó por mi cabeza lo que si seria real: si Federico era tan hábil con Clara como lo fue conmigo, cuando me hizo subir al auto con la convicción de que yo era inofensivo, a pesar de que mi primer impulso fue cagarlo a trompadas era un hecho que mi esposa iba a ser su regalo de cumpleaños decición de él que yo acepté, porque si Federico logra convertir a Clara en la puta que yo no pude, se merece un monumento. Y es tanto lo que me calienta que no veo la hora de instalar las cámaras asi no me pierdo detalle de la cara de mi esposa cuando él le toque el timbre y ella vuelva a toparse con el maleducado que la manoseó ¿lo echará? ¿dejará que hable? ¿lo hará pasar? ¿le cerrará la puerta en la cara? ¿o él la convencerá para que tengan una charla en la que deberá disculparse y volverá -ya no se con que artimañas- a romper otro poco del alambrado con el que Clara se cubria? Ya Federico, hace unas horas, hizo un pequeño agujero y pudo pasar una mano ¿mañana, en mi ausencia consentida pasará todo el cuerpo? No me voy a perder ni un detalle.


Pensé eso hasta que mi paja y sus movimientos le provocaron un orgasmo que termino en un gemido. Todotan nuevo sexualmente que no pude aguantar y mi leche saltó en un chorro que le dió en la espalda, un poco en el pelo y el resto sobre las sábanas... 
Y todavia faltaban dos largos dias... Mi Dios. ¿Estaré haciendo lo correcto al entregarle a mi escultural esposa a Federico, pendejo por quien ella, no se porque estoy convencido, indudablemente logró una conexión sexual?


... sigue....


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