Mi pacata Clara se puso oscura. Y no conmigo (pt 3).

Federico, con un gesto me hizo notar que la charla estaba finalizando. "El plan es este, querido Luis" se dirigió simulando ser amable. "Mi cumpleaños justo cae sábado. Vos tenés que idear una excusa ya que debés estar ausente no solo de tu hogar, tal vez de la ciudad. Yo voy a llevar al Chino, a Andrés y a tu hijo, con un puñado de conocidos más, a una quinta que me presta un tío la cual se encuentra bastante alejada del centro urbano. Los voy a citar temprano, digamos cerca de las 20 hs asi tengo tiempo de compartir un par de horas con el grupo y a eso de las 22 me voy a retirar con alguna excusa para llegar a tu puerta no más de las 22:30. Clara ¿te diste cuenta? estará sola. El Pichu, en la quinta y vos... en un repentino viaje de negocios". Yo seguía impávido. El guachito tenía toda la escena planeada y cronometrada por lo que no podía evitar sentirme un boludo por acatar todo lo que había pergeñado cuyo fin no  era menos humillante, pues me decía, sin rodeos, que el sábado iba a cojerse a mi esposa y en lo sucesivo continuar con sus encuentros con el fin de volverla una puta lasciva y si bien reconozco que me provocaba algo asi como una rebelión, también confieso que estaba muy excitado imaginandome que él iba a lograr un cambio de 180 grados en el enfoque que Clara tenía sobre el sexo, que era algo con lo que yo soñaba y deseaba desde que la conocí fallando en cada intento.

Asi y todo el sentirme un boludo al que un borrego lo llevaba de las narices me provocaba una fiebre que no podía definir si eran celos o mi mente estaba siendo llevada por la calentura.

Me bajé del auto cual autómata y antes de dar el primer paso rumbo a la puerta escucho que me ordena: "Ah. Cuando entres a tu casa deciles al Chino y a Andrés que tomen sus cosas rápido que los espero en el auto asi los arrimo." 

Cada paso era como un mazazo en mi autoestima, en mi orgullo, 18 años de matrimonio y casi 2 de novios bancando a Clara y su frialdad sexual y en dos dias Federico juraba que iba a arrastrarla, no se con que artimañas, a que pase de esposa fiel y asexuada a ser una trola con deseos y sensaciones que nunca habíamos experimentado: ni ella en si misma ni yo por mis fracasos ante cada intento de convencerla de que esa pacatería era obsoleta y estábamos perdiendo de saborear sexualmente nuestros mejores años. Casi en la puerta de casa también cai en la cuenta que Clara me había encomendado ponerlo en vereda al pendejo, pues ella confió en mi hombría y madurez para darle tal sermón que Federico iba a rajar avergonzado con la cola entre las patas pero el compañero de mi hijo me superó en astucia, valentía, decisión marcando las reglas de como sería el futuro...

Entré y Andrés y el Chino estaban listos para irse -creo que me estaban esperando nerviosos y deseosos de enterarse que le pasó a Federico al enfrentarse conmigo. Ja. "Chicos, su amigo los está esperando en el auto. La noche terminó." dije en un tono con algo de dureza tratando de sonar a lo que no era, a lo que no fui. Saludaron con un beso solo al Pichu,ya que mi esposa no estaba con el grupo. Clara todavía se ampararía en la cocina, lejos de la mirada de ellos quienes traspasaron la entrada con mucha velocidad. 

El que no entendía nada era Hernán, el Pichu. Se daba cuenta que algo se había salido de sus carriles, pero carecía de la información precisa y yo no pensaba dársela. "Pichu, andá a acostarte" le ordené "Mañana es viernes y vas temprano a la escuela". Solo alcanzó a balbucear "Pero pá..." inmediatamente puse mi indice en su boca en una clara indocación que se asemejaba a "Silencio. No se habla más". Hernán, con marcada insatisfacción me dió la espalda pero antes de ir a su cuarto entró en la cocina y recién ahi notó que su madre había llorado. "Mamá. Papá. ¿Me pueden explicar que pasó, que está pasando?". En tono paternalista tratando de evadir su reclamo solo lo abracé y le aclaré que "Con mami tenemos una charla y cuando lo resolvamos, a su debido tiempo, te vas a enterar. Andá a dormir y tranquilo, eh?" finalizando el diálogo con esa promesa vaga.

Clara estaba como la última vez que la vi: devastada, 
sentada en un banquito como una muñeca de trapo la cual no dispone de rigidez en sus brazos y piernas. Prácticamente ni podía soportar el peso de su cuerpo y -seguramente- el de su mente recordando lo sucedido.

Al verme solo hizo una mueca de alivio, quizás porque mi presencia era lo único que le daba protección además de que la partida de los 3 amigos de el Pichu, al no tener que enfrentarlos, verlos, que le hablen, etc. empezaron a tranquilizarla. No me preguntó nada sobre mi enfrentamiento con Federico, asi que aguardé unos minutos: conocía de sobra su pudor y mostrarse interesada o curiosa por los detalles de mi charla a solas con el compañero de nuestro hijo quien, al cruzar todo límite de respeto provocó ese shock que aun la traumaba seguramente le traerían a la memoria los recuerdos, segundo a segundo por lo que Federico la forzó a padecer.

Le alcancé un vaso con agua fresca y mientras lo degustaba sorbo a sorbo, mirando el piso, busqué el descorchador y abrí la botella de vino que traje de la bodega durante esos minutos en los que el atrevido le habia apoyado su verga joven mientras sus hormonas chocaban unas con otras... no, pienso esto mientras tomo un trago de vino, pero no. Federico me demostró primero que él no es un novato, que la fiesta hormonal que le ocurre al 90 % de los adolescentes de 17 años, no se porque, pero juraría que a él ya le pasó hace tiempo. Si bien sabía que era ineludible que Clara quisiera enterarse de todo lo que sucedió con Federico el largo rato que estuvimos fuera, yo trataba de disfrutar cada segundo que pasaba y ni ella ni yo tocaba el tema. El vino estaba sabroso y yo muy ansioso, nervioso, confundido que mientras el vaso de Clara todavía tenía agua para consumir mi botella de malbec contenía menos de la mitad de su contenido.

Con la calma que le fue provocando tantos minutos de silencio: sin visitas y seguramente nuestro hijo se había dormido hacia rato, Clara me lanzó la flecha, si saberlo, lógicamente. Mi discusión como "hombre de la casa, su marido protector que puso en vereda al imberbe" estaba en las antípodas de lo que ella deseaba que hubiera pasado. "Amor. ¿Fuiste muy violento con Fede?" arriesgó ilusa. "Por un momento tuve miedo de que se fueran a las manos, vos estabas un poco entonado y viste que Fede es musculoso... estaba inquieta de que pudiera haberte lastimado". A pesar de que su preocupación demostraba de que lado estaba ella, sus palabras halagaban a Federico (¿por qué seguía nombrandolo "Fede"?), me situaban en una posición de desventaja tal que Clara sin pudor me veía en inferioridad a Federico. Cada vez estaba más confundido.
Tratando de esquivar la verdadera respuesta le dije seriamente "Amor. Te conozco y se que toda escena o relato de tono sexual te incomoda. Mejor acostémonos, tratemos de descansar y mañana aviso en la empresa que llego más tarde y charlamos cuando el Pichu se haya ido a la escuela". Fue en vano. "Luis ¿vos suponés que después de la vejación que sufrí esta noche, en manos de un chico que conocemos desde que tenía 10 años no necesito respuestas? Fede ha venido a casa como compañero de nuestro hijo, durante unos 7 años, al menos 2 veces por semana, con Andrés y el Chino, a quines les he preparado la merienda, ayudado en sus tareas del colegio, como una mamá, a quienes vi crecer junto con Pichu." recordó con el rostro más triste que le había conocido. Y para mi sorpresa, sin ruborizarse, volvió a contarme lo sucedido "No te olvides Luis que esta noche, Fede, casi un hermano de Hernancito, indebidamente, sin mi consentimiento, por asalto, me ultrajó, me apoyó, me tomó de la cintura y simuló que me hacía el amor trayendome hasta su... pene y alejándome. Y vos, mi esposo, quien supongo también se sentirá vejado, lo llevaste afuera casi una hora. Quiero saber".

Le di un trago a mi vaso de vino. Bah: la copa estaba llena y la vacié lentamente mientras pensaba una respuesta satisfactoria.

"Bueno, amor. Primero vos sabés que yo soy un intelectual. No insulto, ni me voy a las manos, asi que le pedí ir a su auto para estar lo más privadamente posible y por si surgía alguna situación en la que alguno levantaba la voz, no se escuchara ni en la calle, por los vecinos, ¿viste? y mucho menos adentro ¿me vas entendiendo?" ella abrió los ojos: esgrimí una serie de palabras pero decir, no dije nada. "¿Le dijiste que sabías todo? ¿Que yo, tu esposa, como corresponde te contó?". El vino me estaba jugando una mala pasada... medio borracho podía meter la pata. Pero cuando Clara me hizo esas preguntas recordé lo que ella me habia ocultado. "Por supuesto, con calma, altura y madurez le pregunté que se le había pasado por la cabeza para propasarse de tal forma no solo con una mujer casada, sino con mi propia mujer quién además, para su desgracia, es la madre de uno de sus mejores amigos, la misma que por casi 10 años lo atendió como su propia madre". Sin que Clara metiera bocado, hiciera alguna pregunta que me pusiera en falta inventé "Federico se puso a llorar y me pidió disculpas. Me dijo que como en el grupo él es como el líder, que es el único de los 4 que fuma y además maneja... con un par de cervezas de más... se dejó llevar... y mientras se disculpaba una y otra vez reconoció que fue un inmaduro, que las hormonas, etc etc. Mirá, estaba tan apichonado que no supe si darle un castañazo o decirle "Pará, pará, está bien, te perdonamos" porque me dió una pena todo acurrucado, moqueando por el cagazo de que lo trompeara". Si. Más mentiras no se me podían haber ocurrido. Clara pareció estar conforme con lo que escuchó. "Si, imagino como te sentirías al verlo asi, tan culposo. Pobre Fede..." dijo con cierta pena. ¿Otra vez Fede? Pero la duda me estaba morfando el cerebro ¿que posición tomo sabiendo que Fede le acarició un pezón, hasta que se le puso duro y Clara no me lo contó? E intenté desglosar nuevamente lo sucedido.

Como pensando en voz alta, le di la espalda para servirme la última copa y relaté "Te pidó mayonesa. Viniste a buscarla sin darte cuenta que él te siguió." Ya sin ese tono de vergüenza me contestó "Si". Parecíamos dos autómatas. Segui: "Cuando abriste la puerta de la heladera, debiste agacharte para tomar el sachet. En ese momento, Federico te apoyo la pija en tu culo". Ella, como cautivada dice susurrando "Fede, si. Asi fue". Yo empecé a compenetrarme más visualizando la escena. "Luego de apoyarte... ¿te tomó de la cintura?". Clara seguía como hipnotizada "Yo no podía moverme. No supe defenderme. La sorpresa fue tal que ni me moví. Quizás por eso, Fede tomó las riendas y con sus dos manos en mis caderas me apartó de su miembro unos centímetros para luego atraerme hacia él. Se lo sentí de nuevo. Me alejaba y me acercaba hasta que golpeaba mi cuerpo contra el de él". Interrumpí aprovechando su estado hipnótico "¿A que se parecía?". La miro. Estaba con los ojos abiertos, mirando la nada "A hacer el amor". Interrumpo con algo de morbo "¿Como si Federico te cogiera?". Clara, en trance, sin pudores me contesta "Si. Fede simulaba que me estaba cogiendo". ¡Mi mujer dijo cogiendo por primera vez en su vida! Aun faltaba lo que yo sabía por el pendejo y ella no me lo había confesado. Volvi a mirarla, si, estaba en trance. Asi que arriesgué y fui directo al tema: "Yo se que pasó algo más, amor. Contame". Clara cerró los ojos. "Yo seguía agachada, Fede me traia y apartaba, haciendo que mi cola chocara con su verga y hasta sentí sus bolas pegar contra mi vulva". ¿Podrá tener razón, Federico? ¿Que él sabe como tranformar a Clara en una puta sexual? El lenguaje sucio que utilizaba mi mujer era toda una novedad... ella siguió sola "Paralizada y desbordada como estaba sentí que, sin dejar de simular que me cogía, soltó una mano de mi cadera, la pasó por debajo de mi ropa, acarició mi vientre, subió hasta toparse con mi sutién y con una maestría envidiable, me corrió uno, dejando mi teta a su total disposición, la que manoseó dulcemente... llegando al fin a mi pezón. Ya no era un juego de sexo vestidos. Sus dedos estaban estimulando mi tetilla. Yo escuché que subías y le dije bajito "Fede, viene mi marido" y él en un instante estaba en el comedor con los chicos". Yo tenía mi pija dura, chorreando semen nuevamente. En 20 años no logré que Clara se suelte, que abandone su pacatería, que en algún momento se canse de ser tan timorata. Yo la quería puta, atorranta, zorra... pero conmigo. Y tengo que reconocer que no solo fracasé, no toqué los botones que despertaran su sexualidad reprimida ¿y que descubro? Que estoy excitándome como jamás pensé al presuponer que quizás lo que la moviliza es ser calentona con otro... 
Me distraje unos segundos con estos pensamientos, segundos que bastaron para que Clara se pare, me quite la copa de mi mano y termine mi vino de un trago. 




Mi esposa estaba irreconocible. ¿Ahora bebía alcohol? Todo sucedía tan velozmente que me costaba asimilar cada tranco. "Perdón, amor. ¡Nunca había tomado vino! Es como que desperté de golpe de un sueño tan inédito que necesité rematar todo lo soñado con un acto de quiebre, de ruptura. ¡Es muy fuerte para mi, pero rico!". Me abrazó muy fuerte al mismo tiempo que me besaba sin el recato que la caracterizaba y hasta me pareció que frotaba su concha contra mi pija. "Gracias por cuidarme. Gracias por salir en mi defensa. Sos mi amor. Te amo." confesó, luego de otro rico beso me dice "Me siento sucia. Lloré mucho, transpiré mucho. Me doy una ducha y nos vamos a dormir ¿Dale? Pasaron demasiadas cosas hoy, necesito descansar." Yo le respondí que era una buena idea. "Me llevo el vino ¿no te enojás?". Le dije que no y le mostré el reloj que colgaba de la pared de la cocina: 02:10 am. A las 6:00 nos levantabamos Pichu y yo, ya que tras el desayuno, tenía 45 minutos en auto para llegar a la oficina antes de la 8.30, que es el horario de entrada pero Clara ya estaba en la bañera, con la lluvia al máximo para llenarla y darse un baño de unmersión. La puerta quedó entreabierte asi que aproveché que el vapor era tal, que ella no me vería entrar ya que aún tenía la idea fija: verificar el estado de su tanga.
Abrí la tapa del cesto de la ropa sucia y no tuve que buscar demasiado, era la prenda que había colocado en último lugar, o sea, estaba ahi, a mano. La agarré con culpa, jamás había tenido necesidad de verificar si Clara tenía algo más que yo debía descubrir ¡si siempre fue una hembra perfecta físicamente, pero totalmente asexuada! pero tal fue mi estupor ya que no hizo falta sacarla. Ni bién la tanteé para llevarla a un lugar seguro y estudiarla el enchastre de sus jugos ocupaban toda la bombacha. Confirmé lo que supuse aunque rogara estar equivocado. No. La tanga era la de una mujer que se había chorreado la concha en ella varias veces y, por la casi nula actividad sexual que me propiciaba tenía acumulada tanta cantidad de fluidos que la tanga era la prueba irrefutable de que mi esposa no solo quedó inmóvil por el estupor que le produjo sentir la pija de Federico, luego simular cojer cuando él dominaba sus movimientos y luego, no reaccionar cuando la mano del pendejo estimulaba su pezón... "la sorpresa" como definió Federico fue aceptar que él la abordara sin su consentimiento ya que si hubiese sido yo, su esposo, su reacción habría sido la de siempre. Una risa de compromiso para luego retarme con un "Salí, loco. Que están los chicos en el comedor." Conmigo tenía confianza y estabamos de igual a igual sentimiento totalmente opuesto al experimentarlo con un extraño. Olí su bombacha toda chorreada y me hice una paja ahi mismo, que habrá durado 3 minutos, tal mi calentura. Estabamos jugados. Ella y yo.
Asi que decidí cumplir el pacto con Federico. Pero con mis condimentos. Pensé rápido. Ya era madrugada de viernes y Federico vendría el sábado cerca de las 22.30 hs. Recordé que en un cajón de la bodega todavía tenía dos cámaras de esas que se usaban para chatear hace como 15 años. Ambas se conectaban por USB. Mi notebook tenía puertos USB. Bajé rápido a la bodega, revolví el cajón y encontré las camaritas. Las puse en un caja y subí. Clara estaba cerrando la lluvia.
Abrí una puerta de abajo del armario del comedor y metí la caja ahi. Tenía todo el viernes para conectar las camaritas a mi notebook, bajarme alguna aplicación al celular que conecte la portátil al móvil y asi poder ver en vivo lo que Federico tenía planeado para vencer la histórica resistencia sexual de mi esposa. En el primer paso había salido triunfante. No se cuando se empapó asi... si cuando le hizo todo lo relatado o cuando ella me lo contó o cuando el pendejo y yo salimos a hablar -quizás Clara, recordando, se tocó- o, muy posiblemente, en su estado de trance en el que no tuvo reparos en hablar sucio -nunca decía "coger", "verga", "bolas", "teta"- fue tal su desinhibición que probablemente haya tenido un orgasmo... o probablemente, todo eso junto.

Salía del baño con una toalla en su rubia cabellera y un toallón cubriendo su cuerpo infernal... le doy un beso suave y corto y le digo que me espere acostada pues también quería ducharme. "Dale, amor" fue su respuesta.

Mi boxer tenía toda la delantera llena de presemen y semen -de la charla con Federico, de la confesión de Clara "en trance" y de la paja con su bombacha- asi que por las dudas, lo metí conmigo en la bañera, para pegarle una enjuagada encubridora, me duché rápido, me sequé dentro del baño y, a modo de prueba, me dirigí a nuestra habitación completamente desnudo. Mi esposa actuó como siempre, tapándose la cara con la toalla me grit (no muy fuerte, por Pichu) "¿Que hacés desnudo? Sabés que no me gusta que no tengamos recato el uno con el otro. Mirame a mi, chancho". Clara ya estaba vestida para dormir: remera, tanga y shorcito. "Amor" le digo mientras ella continuaba con la cara tapada y yo buscaba un boxer "tuvimos una noche rara, especial, en la que percibí que se abrían algunas puertas y nos dábamos algunos permisos. Y de golpe... ¿volvemos para atrás?". Me mira con cara de enojada, como sientiendo que la estaba haciendo culpable. "No seas sinvergüenza, Luis. Estuve en shock, me puso en trance y descarrilé levemente, porque confío en vos, se que pase lo que pase me vas a cuidar. Pero cuando me fui a bañar estuvo claro que di vuelta la página y cambié de capítulo. Lo sucedido, charlado, analizado... y que no pienso ni volver a debatir ya que voy a hacer fuerza para olvidarlo lo más rápido posible, es pasado. Tema terminado". Otra vez la sensación de frustración y amargura. Tenía que poner todas las fichas en Federico, entonces. Añadí "Bueno, ya que lo querés enterrar, antes del último palazo de tierra al ataud, te cuento que como vi a Federico tan vulnerable que en una me pidió que el Pichu vaya a su cumpleaños el sábado. Lo hace en una quinta que le prestó un tio, lejos de la ciudad. Yo le dije que si, solo porque nuestro hijo ya sabe de la fiesta y aun no sabe nada de lo que pasó. Pero le aclaré a Federico que era la última vez que él y Hernán se iban a ver".

Clara no pudo, no supo, no quiso disimular. Pero su cara al escucharme fue de desaliento. "¿Habíamos quedado en eso no? Fue lo que me pediste" agregué. "¿O te estás arrepintiendo de tu decisión de prohibirle a Federico entrar a casa dejandole claro de que la amistad entre él y Pichu ya no tenían nuestra aprobación?" la interrogué. Clara balbuceó... como con ganas de retractactarse. "Si, vida, está bien. Solo que cuando me contaste en el estado de vulnerabilidad en que se puso Fede, me dió pena... ". 

Me acosté a su lado, pero cada quién mirando en sentido contrario. Espalda con espalda. Mi mujer había experimentado algo con Federico. "La sorpresa" de la que él habló no era una definición vaga. Estaba comprobando que se acercaba bastante a la realidad...
Antes de quedarnos dormidos le pregunté "¿Hoy, viernes, te vas a quedar en casa todo el día o tenés algún trámite que hacer?". Ella, entredormida, evidentemente agotada por estas horas extrañas que habían minado su mente y agotado su escultural cuerpo me responde "No recuerdo... creo que no tengo nada que hacer en el centro o en el super ¿por?". Rápido, inventé una contestación familiar "Por si tenía que llevarte aprovechábamos y nos ibamos juntos". Dijo algo que no comprendí... ya estaba casi dormida.

Hoy era el dia para instalar las cámaras. Algo tenía que elucubrar para sacarla de casa al menos 2 horas...

... sigue... y se pone muy caliente...



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