La Casa (pt 3).


Mica
Durante todo el dia traté de evitar a Ludmila, mi niña más chica. Tanto ella como Cami preguntaban por Pablo, su padre. Les dije que lo habían venido a buscar de un viejo trabajo para que reordene unos papeles. Le pedi a Lud que se quede cuidando la casa y salí con Catalina a caminar y tomar unas cervezas. Era la primera vez que la veía con ojos de mujer a mujer. La mayor de las dos, la que sería entregada a mi ama, Carmille esa misma noche, me estaba empezando a excitar, como si fuera la hija de otra mujer.

Es que yo ya no era una mujer. Todo mi ser era el de un animal, una bestia, guiada por instintos que comenzaban a ganarle a la razón.

Disimuladamente la fui llevando a emborracharse ya que compré varias botellas y nos sentamos debajo de un árbol -el sol comenzaba a molestarme- y me propuse que las ibamos a tomar todas. Cata estaba asombrada y a cada rato olfateaba el aire con gesto de inseguridad y extrañeza "Ma. ¿Vos no sentís también un aroma como a perro, o algo más grande...?". "Puede ser un lobo o una loba" le respondí con mi voz rasposa y sexual. "Recordá que estamos en un paraje muy alejadas del gentío. Quien sabe que animales exóticos vagarán por este lugar." En mi cabeza Carmille me estaba excitando con recuerdos, imágenes, sus colmillos y lengua chupandome la concha, dominando mi cuerpo, mi mente, mis sentimientos.

Cata
Ya es tarde, mamá. Mirá la hora que es: 19.30. Va a anochecer en breve y nosotras no conocemos nada, somos nuevas. Me sentía alegremente borracha. Si bien ya había tenido sexo con un par de chicos de la universidad -a escondidas de mis padres- me parecía raro que mi tanga estuviera mojada. Si, una leve pero creciente excitación, proveniente quizás de ese extraño pero cautivante aroma a animal salvaje, sumado a las cervezas y la sensación de libertad que mi madre me estaba regalando me pusieron caliente. Si tuviera un fasito... "Vas a tener algo mejor" sonó en mi cabeza como si alguien estuviese en mi cerebro. Miré a mi mamá. Ella no había hablado. Recién ahi noté como estaba y lo que hacía: recostada sobre el pasto, con una mano detrás de la nuca mientras que con la otra se acariciaba levemente los pezones. "Mami, ¿que estás haciendo?" le dije aunque no pude evitar calentarme más. ¿Me estoy calentando con mi vieja? ¿Que pasa en este sitio que flota en el aire un clima sexual? Mi madre se paró. Sonrió, se acercó sorbiendo el último trago de birra y con el vaso en la mano que usaba de almohada, se puso a 10 cm de mi cara. Nos miramos fijo y percibí que ella no era la misma con la que convivo desde hace 18 años. Su cercanía me develó que el aroma salvaje salía de ella. Si. Mi vieja se veía mas zorra, más... ¿puta? Con la mano que se tocaba las tetas, me tomó de la nuca y llevó mi cara hacia la suya y me dió un largo chape, con lengua y saliva. La empujé más por el asombro que por disgustarme. Estaba muy empapada. Nunca había tenido el más mínimo interés por las chicas: amo ser penetrada por una verga, chuparla, y ver salir su leche. Pero... todo era tan raro, tan nuevo, tan estimulante... que deseé que lo haga otra vez. Sentir su olor a loba, mezclado con cerveza, su lengua gorda. ¡Es mi madre! Pero quería experimentar con ella. ¡Uf! Me serví un vaso bien cargado de mi última botella, algo avergonzada, pero mojada y con deseos de sexo sucio. ¿Que me estaba pasando? ¿Que nos estaba pasando? 

Mica
Que rico sabor la boca de mi hija. Que ganas de cojerla tengo. "Vas a tener que esperarme" sonó Carmille en mi mente y yo asentí. Sabía lo que nos esperaba. Una noche lujuriosa...


 Vamos a La Casa, Cami le dije y la tomé de la mano, como dos novias.


Continuará...
 

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