La Casa (pt 2).

Mica
Mi ducha fue extensa e intensa. Sentía como mi ser estaba mutando, afiebrada de pasión por Carmilla y aunque luego de su partida tuve tiempo para recapacitar en como procedería con mis hijas recordando mi hambre de beber con ganas, sin culpas y deseo toda la sangre de mi marido, Pablo hasta transformarlo en un muñeco de goma pinchado que aun yacía en el piso del baño, sabía que o las llevaba urgente a un lugar seguro -de mi- o serían mi próximo alimento. 

Mientras la lluvia caía copiosamente sobre mi cuerpo caliente de sexo y lujuria, me masturbé recordando esas pocas horas en las que una mujer vampiro me transformó en esta bestia indomable y complaciente para con ella. Carmilla era mi ama y me excitaba sobremanera.

Sentí la voz de mi hija mayor, Catalina, tratando de entrar al closet y llamandome "Mamá, ¿estás dentro? ¿Dónde está papá?". No podía contestarle, tan ensimismada estaba pajeándome con el desodorante, pensando en ella, el fruto de mi desbocada calentura...y por unos segundos, solo por unos segundos, imaginé la escena: yo, con Cata a mi merced, desnuda y temblorosa de miedo, mientras esta nueva forma de madre la pervertía sexualmente y comenzaba a beber de su sangre. O me alimentaba de ella o la traía al mundo oscuro al que Camilla me había llevado. Pensar a mi hija siendo sodomizada por mi me produjo un orgasmo único.

Experimenté lo que sentiría un animal cuando su amo le prohíbe realizar algo que desea con todas sus ganas... Mi hija volvió a manipular la manija de la puerta insistiendo en abrirla mientras repitió preocupada "Má ¿estás ahi?". Me espanté al escuchar mi voz contestándole "Si, Cata". Mi voz sonaba a una loba: rasposa, algo más grave, bestial... pero seductora al mismo tiempo. "Ya salgo de la ducha".

Cerré la canilla, salí de la bañera, tomé una bolsa de residuos y coloqué dentro el cuerpo fláccido, vacío y sin vida de Pablo, mi esposo, su padre. Tuve que quebrar silenciosamente algunos huesos pero aun asi, no entraba. 
Arranqué sus piernas y las coloqué en otra bolsa. No derramó ni una gota de sangre. Todo su plasma habia sido absorbido por esa sed, ese hambre irrefrenable. Me sorprendí de mi frialdad y de mi fuerza. Eso que se apilaba dentro de dos bolsas habia sido el amor de mi vida pero ahora mi concha, mi cuerpo, mi mente tenían dueño. Dueña, me corrijo. Y esta noche Carmilla me llevará a disfrutar una nueva aventura. Pervertir y corromper a Cata...


Continuará...

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