La Casa (pt 1).
Mica
Era sábado, 9 am. Pablo estacionó nuestro viejo y querido Ford Eco Sport en la trotadora de nuestra nueva casa en el preciso instante en el que la gente de la inmobiliaria, aguardando nuestra llegada, desclavaba el cartel "Se Vende". Miro a Ludmila y Catalina, nuestras hijas de 14 y 18 años respectivamente sentadas en el asiento trasero pero pegadas a la ventanilla observando ansiosas el lugar en el que viviríamos a partir de ese dia. Pablo, que también tenía sus ojos en el imponente y antiguo caserón gira su cabeza y me da un beso de felicidad.
Bajamos toda la familia tomados de las manos, como niños de colegio que cruzan la calle y fuimos a saludar a quienes nos habían vendido tal vivienda a un valor inferior al 50% del mercado. "Está a varios km de la ciudad" era uno de los motivos, "pese a su muy buen estado de conservación, fue construida en 1876" era otra de las razones y la última que nos fundamentaron los de la inmobiliaria "los herederos es gente anciana que por alguna causa pasada se rehúsan a vivir en ella".
Entramos Pablo las niñas y yo y se nos acercó para darnos el papelerío final a firmar uno solo de los 3 agentes de bienes raíces que se encontraban afuera, pero prefirió no entrar. "Está lindo el solcito a esta hora" dijo y se quedó en el marco de la puerta. Firmamos Pablo y yo, como legítimos nuevos propietarios y como el tipo no se movío de la entrada, tuve que caminar unos pasos para entregarle sus respectivas copias, saludaron desde afuera y se marcharon en su auto.
Sin bajar las cosas de la Eco Sport dimos una mirada más al hermoso caserón. Dos plantas, con un ático inmenso el que podía considerarse un tercer piso. Abajo, además de la cocina, el comedor, la sala de estar poseía un baño principal y otro más pequeño y dos habitaciones, mientras que el segundo piso, al que se accedia por una escalera de madera, bien antigua, tenía la comodidad de un cuarto grande, un baño amplio y una especie de cuarto/taller que brindaba variedad de usos.
Todos los pisos, como se imaginarán, son de madera, a la usanza del siglo 18 cuando se construyó, techo de tejas el que Pablo supone que fue reformado hace unos 60 o 70 años. Estábamos felices y orgullosos de mudarnos a una vivienda de 170 metros cuadrados de historia...
Pablo
En ese fin de semana largo -carnavales, 4 dias- trajimos nuestros muebles, ropa, cubiertos, platos, heladera, lavarropas, los tres Smart TV -el de 55 pulgadas en el comedor, el de 40 pulgadas en la habitación que compartíamos con mi hermosa esposa Mica y el de 33 pulgadas en el cuarto de las nenas. También muchas bibliotecas -amamos leer con mi mujer- nuestro equipo de audio con bandeja giradiscos, que iba a engalanar el cuarto vacío de la planta baja en un aparador construido a medida para que tambien quepan los cerca de 500 discos de vinilo que es una colección muy valiosa para mi.
Mica, las nenas y yo estabamos pletóricos de felicidad por nuestro hermosa vivienda, llena de ventanas por la que se permitían ingresar millones de rayos de sol, haciéndola muy luminosa durante el dia, caserón el cual, pese a tener algo menos de 200 años desde que se emplazó, a nosotros nunca nos pareció lúgubre o húmedo. Todo lo contrario: sentíamos que nos alegraba cada dia pero a pesar de todas estas bellos detalles que nos llenaban de dicha es justo aclarar que el raro comportamiento de los agentes inmobiliarios, quedándose en la puerta, disimulando su negativa a ingresar y que una de las causas de su valor tan seductor y repito casi textual, "los herederos son ancianos que por alguna causa pasada se rehúsan a vivir acá".
La casona estaba ubicada fuera de la ciudad, a unos 40 km por una ruta con pastizales de cada lado en una zona llena de árboles, jardines, calles de tierra y se lucía por estar situada justo sobre una loma bastante alta, lo que permitía divisarla incluso a 300 o 400 metros. Si, estabamos lejos de todo y de todos, pero la familia, repito, rebasaba de felicidad por nuestra nueva vida casi en el solitario campo en tanto que el longilíneo cuerpo de mi esposa cubierto solo por un vestido y debajo solo una tanga sin soutien, lo que hacía transparentar sus senos turgentes, calzada con unas sencillas ojotas, recorriendo alegre mientras bajaba y subia la loma que nos llevaba al caserón mientras su largo y enrulado cabello castaño acompañaba rítmicamente sus saltitos casi adolescentes se que despertarían la envidia hacia mi de cualquier hombre, por compartir mis dias con belleza de semejante seducción. Claro que, como dije, no habitaba nadie en unos 40 km a la redonda.
Mica
Fue en el 5to dia de mudarnos, cuando ya estabamos completamente instalados, que yo comencé a extremar mi contento. Pablo y las nenas seguian disfrutando de todos los rincones interiores y exteriores de nuestro hogar, pero lo que a mi me sucedía era otra cosa. Y como nadie más lo comentó, estoy segura que solo yo lo experimentaba. Una sensación difícil de explicar, semejante a un enamoramiento. Si, creo que lo más cercano a lo que mi cuerpo y sobre todo mi cabeza percibían era similar al efecto que produce enamorarse. Y lo extraño: aseguro que iba en aumento en cada amanecer.
Hasta que el sábado desperté intempestivamente toda empapada en sudor y con mucha sed. Miré la hora. 3:45 am. Me levanté sin hacer ruido rumbo al baño por un toallón, me quité la remera para secarme y de golpe ese sentimiento que relataba se incrementó. Quizás me ocurrió mientras dormía y por eso transpiré tanto. Fue tan fuerte y afiebrado el enamoramiento que en medio de un mareo que me desconcentró, desubicándome creí no estar sola. Estaba aturdida, en un vahido sin llegar al desvanecimiento... ya no se asemejaba a lo cautivante de estar enamorada, ahora me sentia seducida, excitada... claramente estaba caliente, sexualmente caliente y cuando el desmayo era evidente "alguien" me sostuvo por detrás, poniendo sus brazos debajo de los mios, deteniendo mi caida porque cada antebrazo se ubicó en mis axilas mientras sus manos me acariciaban las tetas. Ahí me di cuenta que ese pequeño colapso habia sido producto de un tremendo orgasmo. Todo era confuso. A pesar de que un perfume femenino me invadió pregunté en un hilo de voz "¿Pablo?" ya que él era el único adulto en la casa después de mi que podía sostenerme y como este "alguien" estaba por detás con el mareo todo me giraba en circulos que no atiné a darme vuelta para ver de quien se trataba. Los brazos que me sostenían me apretaron más y cuando me di cuenta que dos enormes pechos de mujer se apoyaban en mi espalda, sus manos aumentaron el placer pero ahora una acariciba mis tetas y pezones y la otra que con maestría corrió mi tanga, hundió tres dedos en mi vagina comenzando a masturbarme con tanto conocimiento de los pliegues y zonas nerviosas que no pude evitar estar toda mojada, caliente, enamorada... aunque lo insólito era no saber de quién. Tamaña excitación afiebrada me tenía entregada, placenteramente a su merced y ahi, cuando disfruté mi segundo orgasmo, esos brazos poderosos me dieron vuelta poniendome cara a cara con una hermosa e intrigante morocha, de rostro atractívamente maligno, de cuerpo exhuberante cubierto por cuero negro tan pegado a sus tetas, sus curvas, sus piernas que parecia pintado. Otra vez el amor infinito e inédito me invadió y cuando instintivamente acerqué mi boca a la suya para besarla como si fuera la ultima vez le vi los dos colmillos en punta que se inclinaban con lujuria y desesperación mordiéndome el omóplato izquierdo con tanta fuerza que temí sentir dolor pero otra vez la ensoñación del orgasmo.
Esa hembra, que venía enamorándome en las sombras hacía un par de dias era dueña de todo mi ser en ese preciso instante... sentí a la perfección como mi sangre viajaba a su boca y volví a tener un orgasmo. No se como pasó, porque a pesar de que mi cerebro se movía lento y mi incompresión detenía cada situación para intentar analizarla, esa hermosa mujer estaba completamente desnuda, cogiendome concha con concha y manoseando cada centimetro de mi cuerpo en donde habita la sensibilidad. "¡Como me hace gozar, por Dios!" pensé y ni bien terminé la frase, se detuvo con su perfecto y malignamente bello rostro con un gesto de desagrado. "¿Leyó lo que pienso?" razoné y asintió con su cabeza. "Por favor... seguí" le supliqué deseosa de más placer sexual y sentándome en un armario en el que guardamos toallas y toallones, me arrancó la empapada tanga y hundió su boca en mi concha. Si. Lo noté: me lamía el clítoris con extensa lengua. Me besaba mis labios vaginales con los de su boca y en medio de tanto goce que me brindaba sabía que estaba bebiendo más sangre de mi entrepierna.
Acabé dos veces. El espejo del lavamanos tiene una repisita en donde colocamos muchas cosas, hasta un pequeño reloj despertador de plástico y a pilas que marcaba las 4:45. ¡Todo había durado solo una hora aunque yo creí que estaría ya por amanecer pues fue tanto el deleite que esa mujer ¿vampira? me brindó enamorándome de a poco dia tras dia desde las sombras que entre tantas acabadas, vahidos, desmayos de amor, no tomé dimensión que el hecho fue veloz!
Carmilla
"Bella Micaela" al fin habló y su voz maridaba perfectamente con lo que se veia "Soy la última de mi dinastía que aun habita esta morada. Mi familia me maldijo a quedar prisionera aqui hace 181 años. Yo tenía 19 y estaba enamorada de otra mujer, Angelieé. Mi padre, ciego de odio, la asesinó pues yo, su princesa sucesora al reinado, era feliz con una pareja que no dejaría descendencia. Avergonzados mi madre, mi padre y mis hermanos viajaron a algun oscuro pais europeo. Mi nombre es Carmilla". Ya sabía su nombre. Prosiguió: "Esta casa es mi morada desde que fue construida. Y solo salgo de mi oscura tristeza cuando la habita una mujer que me recuerda a Angelieé mi malogrado amor." Me sentí halagada. "¿Yo te recuerdo a tu pareja de hace casi 200 años?". Asintió con la cabeza, una gota de mi sangre que aun permanecía en sus labios viajó hacia el piso del baño en cámara lenta y sentí repetinos deseos de lamerla. "Te he pasado parte de mi adn las dos veces que traspasé tu carne: una en el hombro y la otra en tu hermosa vagina. Si amás a tu familia vas a tener que hacer lo imposible para convencerlos que se vayan como llegaron porque experimentarás hambre, Micaela, y con humanos bajo el mismo techo la tentación es incontenible y tu mordida será solo para saciarte ya que no posees mi poder, solo el que yo te he dado... lo que te convierte solo en una vampiro caza humanos"-
Mica
Yo estaba tan absorta, hipnotizada, caliente, mojada, chorreando fluidos, transpiracion y gotas de sangre por el amor total que sentía por Carmilla y por su relato que no tuve los reflejos de ella quien literalmente desapareció cuando la puerta del baño se abrió dando paso a Pablo, mi esposo, en remera y boxers blancos, descalzo quien con cara de preocupación se me acerca y me abraza "Mica. ¿Estás bien? Estabas hablando sola amor. Mirá la hora: son casi las 6 de la madrugada y en una hora amane..." no lo dejé terminar. Abrazado a mi, asi como estaba, le clavé mis nuevos colimillos bien dentro de su arteria carótida aprisionando sus cuerdas vocales. Mi boca era un arma. Tenia hambre y mi instinto pedía sangre. Fueron sus últimas palabras. Sorbí, mordí, mastiqué, chupé, lamí... hasta que una bolsa de piel, carne y huesos, completamente desinflada, se desplomó a mis pies. Pablo, hasta hacía horas, mi amado marido, Pablo, yacía muerto y completamente seco convirtíéndose en mi primera víctima. Los acontecimientos no cesaban. Una vez que calmé mi hambre y mi sed con la vida de mi extinta pareja, afloraron nuevamente unos inconmensurables deseos sexuales para con Carmilla quien -asi como se esfumó, apareció frente a mi, con su desnudez. "Micaela. Te lo advertí. ¿Estás arrepentida?". La abracé con amor y deseos y comenzamos a besarnos nuevamente. Puso su concha como la mia y me empezó a frotar, mientras las lenguas parecian soldadas. Tuvo un orgasmo más, y otro, y otro... ya que los cuerpos de ambas se hicieron uno solo, como dos pedazos de plastilina, que el artesano amasa, une, y nadie puede separar.
Carmilla
"Mi indescriptible amor, debo irme. El sol no es amigo de mi carne. Cuando el reloj marque las 00 sabrás de mi. Te amo. Te deseo."
Mica.
Quedé sentada al borde de la bañera y por instinto me miré en el espejo. Desde mi boca chorreaba sangre, que aún se mantenía húmeda por el efecto de tanto sudor que emanaba de mi cuerpo caliente como brasa enrojecida. Esa era la sangre de Pablo y cubría mis tetas, tapaba mi ombligo y recorria ambas piernas. La ausencia de Carmilla me volvía en parte a la realidad: acababa de saciar mi sed del rojo líquido, que empezaba a serme vital y necesario, vaciando de plasma a mi ¿amado? esposo. Estaba confundida pero no arrepentida. Ya amanecía. Y Carmilla volvería a enloquecerme en unas 15 horas. Recordé a mis hijas, Lud y Cata, estarían por despertarse -si ya semejante orgía de sexo y muerte no habían causado el ruido suficiente para sobresaltarlas de sus generalmente plácidos dormires.
¿Que pasaría cuando el hambre y las ganas de calmarla me asaltara con ellas delante, indefensas? Lo que le hice a Pablo fue un arrebato, mi primera vez y fue tal la necesidad que no me permitió ni pensar, ni analizar, ni evaluar. Pero ahora, más tranquila y entendiendo en que Carmilla me había convertido, tenía la mente más dominada. ¡No podía comerme a mis hijas! Carmilla me lo advirtió...
Relator
Mica, con algo de temor, cerró con llave la puerta del baño. Necesitaba una ducha ya mismo.
Continuará...
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