La conversión de Mariana (pt 12)
Mariana, que se encontraba de espaldas a la arcada de ingreso volteó su cabeza mientras que Johanna sacaba su rostro de la entrepierna de su compañera y ambas miraron con curiosidad y temor para saber quien las había descubierto.
Y ahi estaba el que tenía el comando del asunto: Darío, parado debajo del ingreso al ático, de brazos cruzados como para mostrar seguridad aunque en su rostro dejaba ver su sorpresa al descubrir a sus dos compañeras de oficina, fuera de horario de trabajo, completamente desnudas y teniendo sexo en ese depósito casi escondido al que nadie practicamente accedía.
Abrió el saco y blandió una botella de Johnny Walker. "Se que nadie me invitó a esta fiesta, pero creo que mi aporte a la misma me acredita a sumarme" exclamó. "¿Están de acuerdo?".
Johanna tomó a Mariana de una muñeca como un gesto pidiéndole que la mire lo que precisamente ella hizo. Los cuatro ojos de las compañeras de trabajo se quedaron clavados buscando una respuesta en la que ambas coincidieran. Estaban tan sorprendidas que ni recordaron que no tenían nada de ropa encima y desde esa desnudez Johanna, sin dejar de mirar a Mariana movió la cabeza de arriba hacia abajo, lo que precisamente significaba un "SI". Pero su socia, luego de todo lo experimentado por la mañana con su madre y Darío y recordando que esa misma tarde/noche el visitante sorpresa iba a disfrutar del cuerpo de su progenitora, no estaba en sintonía. No había procesado tanta información turbia, morbosa, inesperada y en verdad, Darío la ponía incómoda por eso casi en simultáneo con el asentir que Johanna le hacía saber con su cabeza, la de Mariana se movió de derecha a izquierda. Era un "NO" rotundo, del que no estaba 100% convencida, pero no estaba a gusto ni segura de incorporar a Darío al juego que ambas habían creado sin planearlo. Bajó su rostro como buscando en el suelo alguna respuesta satisfactoria y en ese segundo Johanna, irrespetando el voto democrático que dejaba en espera el ingreso del oscuro y perverso compañero de trabajo se incorporó y asi, completamente desnuda dió 3 pasos largos en puntas de sus pies descalzos, como levitando en dirección al intruso y parándose frente a él, con su mano derecha lo tomó de la nuca y empujó la cabeza de Darío hacia ella para soldar sus labios con los de él en un beso caliente y a la vez tierno.
Mariana pensó aterrada "¿Se volvió loca? Lo que menos necesitamos en el estado en el que estamos y sobre todo, en el que ella está, como aprendiz, es que se sume un desconocido que no nos va a aportar tranquilidad". Se paró saliendo de la mesa en la que estaba sentada y observó a ambos compañeros de oficina quienes seguian fundidos en un largo y húmedo chape y se dió cuenta lo que le ocurría a Johanna al realizar ese gesto de confianza total con Darío: como estaban las cosas se necesitaba un aliado y no un enemigo que sumara confusión a la que ya reinaba.
Cuando dejaron de besarse, Joha se abrazó al visitante como una niña lo hace con su madre. Por la cintura apoyando su cabeza en su pecho. Sin dudas estaba viendo en él una figura protectora y a pesar de notificarse que Mariana opinaba lo opuesto Darío vendría a aportar una cuota de experiencia, contención y cuidado para ambas, por si todo se desmadraba más aun.
Caminaron hacia donde estaba Mariana, que no sabía como proceder y mientras Johanna buscaba el paquetito de merca, Darío, con un novedoso porte sobreprotector, abrazó a Mariana unos segundos y al apartarse le dió un pico lento y necesario que la tranquilizó. Darío estaba para asociarse y no para sacar tajada. O al menos eso parecía.
"Abrí esa botella. Vamos a tener que tomar del pico" le dijo con tono firme como para cambiar el ambiente pesado que su llegada les había producido y ni bien terminó de decirlo escuchó a sus espaldas dos aspiradas rápidas y cortas. Johanna aprendía rápido...
Darío giró la tapa plástica y le extendió el whisky a Mariana que al toque volcó unos abundantes chorros del mismo dentro de su boca y cuando se aprestaba a devolverle el envase notó que el factótum del giro que pegó su vida ya casi estaba desnudo. Miró su cuerpo delgado y alto, de piel cobriza y pelo morocho, cuerpo que ella ya había disfrutado varias veces y que por aventuras paralelas de Mariana tras la aparición de Julián, el taxista-narco, hacía unos dias que no se entrelazaba con el físico, la carne y el pulso sexual de la nueva hembra. Y sintió chorrear por sus piernas el jugo caliente que emanaba desde su concha.
Darío se abalanzó sobre Johanna que seguía aspirando merca. La volteó para ponerse frente a frente y al tiempo que la besaba le colaba dos dedos de su mano derecha en su húmeda entrepierna mientras que con la izquierda sujetaba fuerte su nuca presionando su cabeza hacia él. Cuando dejaba su boca libre, fluian por el aire sus gemidos particulares, suaves y llenos de excitación. Toda la escena volvió a colocar a Mariana en carrera ya que la aparición sorpresiva de Darío la corrió del sincronismo y hermandad sexual que habían logrado crear, en forma inédita, con Johanna. El hombre del trio sacó su brazo izquierdo de la cabeza de su pareja momentánea y sin mirarla, lo extendió hacia Mariana en forma de invitación quien hizo un paneo veloz por las cercanías del ático hasta descubrir el diploma que había descolgado para usar el vidrio en donde esparcir la merca. Tomó fuerte la mano de quien ¿seguía siendo su macho? Al menos, claro, su mentor y con la que le quedaba libre colocó el utensillo enrollado y hundiéndolo en el polvo aspiró lento y largo dos veces lo que ayudó más a estar a ritmo del menage-a-trois que se había creado.
Ya entonada con el whisky y la cocaina le dió un beso de recordatorio a Darío -similar a lo que él le regalaba cuando la llevaba a la casa en el momento en el que Mariana tenia que bajarse- y sin dejar de morderlo y juguetear con las lenguas fuera de la boca sujetó con inmenso placer ese pedazo de carne comenzando a sacudirlo arriba, abajo, arriba, abajo. Y volvió a su mente el tamaño, el grosor, el peso del instrumento que había ayudado a que esta Mariana no se parezca en nada a aquella, pero que ella estaba eligiendo y disfrutando.
En 2 minutos Johanna lamía la concha de Mariana dedeándola por delante mientras Mariana estaba haciendole una mamada a Darío mordiendo sus hombros torneados hasta llegar a su boca para lamerla y besarla, y por su parte, el macho del trio jugaba con el culo de Johanna. Si. Era una maraña de carne sudorosa, afiebrada, dominada por la calentura sexual, como un solo cuerpo gozando y con solo escuchar los gemidosm cualquier oyente lejano, sin ver la escena, seguramente entraria en un estado de excitación.
Merca. Sudor. Whisky. Sexo sucio. Dos chicas, una de ellas muy infiel y un perverso con todas las zonas erógenas estimuladas.
continuará
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