La conversión de Mariana (pt 8).
¿Adivinan o se imaginan que hizo Mariana dentro del ascensor mientras bajaba a encontrarse con Julián, el taxista? Si, claro que lo saben. Armó un lagarto en su celular y lo aspiró con ganas mientras se autoespiaba en los grandes espejos del cubículo. Uff. Que sexie se veía y que caliente se ponía sabiendo que faltaban horas para entrar a la oficina. Mientras la merca la volvia a su estado ya normal de puta desenfrenada trató de urdir con que la iba a sorprender su nuevo amante. Pensó en él, rápidamente y en todas las situaciones que fueron ocurriendo desde que se subió a su taxi aquella mañana rumbo al trabajo y sin importarle la vista del chofer, que en ese momento era un desconocido, sentada atrás y suponiéndo que no estaba a la vista aspiró un par de lineas de cocaina. Recordó que el tipo, de movida, le resultó desagradable y atrevido, por más que el atrevimiento lo había iniciado ella.
Cuando llegaron a detino y el tachero no le quiso cobrar y le dejó su tarjeta confiándole que él podía conseguirle gratis ese polvo que la transformaba, se sintió incómoda y su mente rechazó de plano el lance que sin dudas Julián se animó a tirarle. Pero también notó como la primera impresión de desagrado que tuvo para con él varió luego del encuentro en la puerta de la farmacia, esa misma noche, cuando se cruzaron de casualidad y Mariana se animó a subir a su coche para terminar teniendo un sexo lascivo, pecaminoso pero en cierta forma, caballeroso. Julián le había terminado no solo gustando y excitando sino que además se ganó su confianza por el buen trato para con ella sin olvidar, claro, lo bien que se sintió cuando él la poseyó: violentamente, doblegando su voluntad pero de una forma amable, tierna, casi romántica. Todo sellado por besos jugosos, que la hicieron sentir en brazos de un más que amante...
Este taxista era otro perverso, como Darío, pero amoroso y tierno y Mariana empezó no solo a confiar en él, sino a gustarle reencontrarse sabiendo que en esas casi dos horas de tiempo libre que mediaban para entrar a la oficina iba a ser su puta. Y lo aceptaba totalmente.
En un pequeño espasmo, producido por esa última linea aspirada en el ascensor y sus cavilaciones cayó en la cuenta que su nuevo chofer y amante le estaba gustando.
Llegó a la planta baja, saludó al portero que la miró entre asombrado por verla salir tan temprano y libidinoso por lo sexual que emanaba toda ella.
Salió a la vereda poniendo sus ojos en la esquina pautada. Julián no estaba trabajando asi que no sabía en que auto lo iba a reconocer. Caminó unos pasos y sintió dos bocinazos y ahi lo vió, detrás de los vidrios polarizados de un Audi color negro que la sedujo aun más. "Apa. Que lindo auto tiene este hijo de putas". Sintió como de adentro destrababan las puertas, abrió la del acompañante y vió a Julián impecable, bañado, afeitado, vestido con un impactante traje gris, camisa negra sin corbata y un perfume importado que terminó comprándola bajando la guardia totalmente. "Me encanta tu nuevo look. El pelo negro, lacio y corto me enloquecen más, flaca" le confesó el taxista.
Conmovida por sus palabras y sin esperar un gesto de su chofer, Mariana lo besó en la boca, levemente pero caliente. Eran casi las 6 y media de la mañana. Los dos disponían de dos horas completamente libres y con audacia le preguntó "Sabés que es re temprano para entrar a mi trabajo. ¿Que pensaste para nosotros?" Julián le acarició el rostro suavemente haciendo crecer más su confianza en él. Era todo un caballero.
"¿Querés que vayamos a mi casa a tomar algo?" le preguntó a lo que Mariana asintió con un gesto que significaba un "por supuesto" total.
La otrora timida oficinista, esposa fiel y aliada a su amado marido se recostó en el magnífico Audi como si el dueño y ella fueran pareja, pero también se sintió una escort, una acompañante de lujo. Lo miró a Julián con ojos de entregada. Se estaba enganchando con ese tipo mayor. Aha. Ese que la había incomodado en el primer encuentro la estaba arrastrando decididamente a estar encantada y caliente. Ella tenía, como todas las mujeres seductoras y de cuerpo deseable, el poder de la concha. Ya se había dado cuenta en los primeros encuentros sucios y deliciosos con Darío. Su sabrosa vagina era como un arma irresistible para cualquier macho que la deseara y que lograra excitarla. Pero tanto su compañero de trabajo como Julián poseían ese elemento que vencía el dominio que latía entre sus hermosas y longilíneas piernas: la merca.
Con una autoconfianza que desconocía de si, se recostó despatarrada en ese lujoso vehículo piloteado por su nuevo macho con el que viajaban hacia un seguro momento de sexo en el que volvería a sentirse como más le estaba dando complaciendo ser. Una puta infiel y merquera.
Llegaron rápidamente al reducto de Julián y Mariana se incorporó de su asiento con los ojos abiertos casi incrédulo. ¿En esa mansión de tres pisos y casi media manzana era la casa del taxista? Uffff. Julián la sorprendia minuto a minuto.
Él abríó el portón eléctrico desde su vehículo y asi entraron con el Audi sin bajarse, sin correr riesgos.
La casa de Julián parecía la de un mafioso. Enorme, con muebles caros, cuadros adornando sus paredes y en un costado de la sala de estar una pileta que, por el vapor que flotaba, Mariana descartó que era climatizada.
"¿Nos damos un chapuzón, amor?" le preguntó Julián con tanta dulzura que ella sintió instantáneamente como si le hablara un pareja. Si, ella era su amante. Su puta. Su esclava. Pero se sintió amada. Lo abrazó intempestivamente y le dió un beso rico, lleno de agradecimiento para demostrarle su total entrega. Julián se apuró a desvestirla como todo un especialista y se sintió su macho al comprobar que no llevaba soutién. "¿Sabés, Juli?" le dijo Mariana "Tengo la tanga toda mojada. Ya en mi casa la humedecí pensando en este encuentro y decidí no cambiarmela y durante el viaje hasta acá, la enchastré toda... me ponés muy puta, loco". Julián se puso de rodillas delante de ella y se la quitó suavemente comprobando que lo que semejante hembra no mentía. Ese pequeño trozo de tela parecía que había estado horas bajo la lluvia. La olió y su pija se endureció aun mas. "Que rico olés, mi vida. La quiero de regalo, asi que ya es mia". Mariana ya no dudaba "¿Si bebé, toda yo y todo lo mio es tuyo?".
Ella, mujer casada y con ocupaciones importantes estaba dejando de lado todo por la calentura que ese tipo le provocaba. "Quiero merca" dijo la puta sin pensarlo sacando la bolsa obsequiada por Julián la noche anterior. Armo 6 rayas sobre la lujosa mesa a metros de la pileta y se metió 2 de una. "Aghhhhh" gimió al sentirla entrar en su cuerpo. "Me excita verte tomar como una puta". Ella lo miró con su mejor cara de atorranta y le preguntó con voz tramposa "¿Asi, lindo?" y aspiró dos más. Estaba puesta, desnuda en la casa de otro desconocido más que aparecia en esta, su nueva vida de mujer liberada.
Se arrodilló, le desprendió el pantalón y se metió es verga que había conocido hacia horas y de la cual ya estaba enamorada. Se la mamó como nunca lo había hecho. Ni siquiera con Darío. Julián apretaba su nuca y Mariana temblaba: la tenía toda adentro de su boca, hasta la garganta. Era rica, grande, dura, linda. "La quiero siempre para mi ¿sabés?".
Julián se quitó el saco, la camisa quedando desnudo. Mariana lo miró y supo que sería la yegua de ese tipo.
Su concha estaba tan húmeda que le chorreaba por sus formidable piernas. El taxista la tomó en sus brazos como hacen los recién casados, ella y él piel con piel, tan transpiradas, pegajosas, unidas por el deseo y una leve sensación romántica.
Mariana no supo cuantos segundos pasaron pero la verga de Julián ya estaba dandole duro y rico dentro de la piscina de agua tibia. Nunca habia sido cojida en una pileta, en semejante casa, con ese tipo que era todo un amor y que la cojia como si fuera una puta paga pero tambien como si estuviesen noviando. Ella se sentia confundida pero gozosa.
Mariana, con cada embate de la verga de Julian, sentía placer pero temía estar enganchándose con él pues lo que tenia con Darío era distinto: el era un macho alfa, ella su puta y se dejaba llevar para complacer sus fantasías. Pero nunca había estado con un hombre que la doblara en edad, tan caballero, tan dulce y animal a la vez, que no solo la excitaba: la atraía hacia él. Y encima, parecía que estaba salvado económicamente. El macho perfecto pensó mientras gemia con su 2do orgasmo.
"¿Cómo llegué hastá acá?" pensó pero no pudo terminar de resolver su enigma porque una 3era acabada larga y estertórea le puso el cerebro en blanco. "¿Será la leche?" pensó riendo mientras Julián la besaba como si estuviera enamorado. En sus labios, por todo su delgado y estilizado cuello, en sus orejas....
En un instante de cordura se dió cuenta de que su nuevo macho no tenía forro... y lejos de preocuparse o reprimirlo le gritó "Amor, aghhh, Juli.... agggjjj... macho mio: aprovecháme y dame toda tu leche hasta que se me inunde la concha". Julián se detuvo. La besó nuevamente con una lengua larga y mojada. Salió desnudo unos segundos, tomó un plato cuadrado negro, desparramó un buen puñado de cocaina, corto 5 rayas y le dijo "Tomate dos más". Y Mariana las aspiró con sumisión, placer y ¿amor?
Esas dos lineas aspiradas previo a ser acabada sin forro le hizo suplicarle a Julián "Mi vida... Juli... agggh" gimio cuando se la metio toda "dame tu guasca, inundame... te lo pi...agggjjj te lo ruego.... hijo de putas.... que loca me te.... agggjjj... me tenes..."
El taxista la miró a los ojos y le hizo un pedido concreto "Decime Julian, te amo y te lleno toda". Mariana sintió como su concha que hace unas semanas era estéticamente perfecta, cerradita, rosada se hinchaba de excitación y antes de obedecer le dio un beso de novia enamorada "Dale, Juli... llena...aggghhh .. me de tu leche... te amo... soy tuya, mi amor.... aggghh... te a.... ggghhh... te amo, mi macho.... soy la más puta con vos" con la palabra "puta" empezó a sentir como la verga de su amante se volvia gorda y empezaba a llenarle su agujero hermoso de una espesa y blancuzca leche.... una escupida, dos, cinco, 12... ya no podia contarlas.... mucha guasca... Mariana supuso que tenia leche hasta el cerebro... mientras disfrutaba garchada en una mansión dentro de una piscina en la sala de estar...
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