La conversión de Mariana (pt 7).
Abrió el placard y buscó un vestido liviano. No sabía si realmente hacía calor a esa hora tan temprana o era su estado que la hacía sentirse como afiebrada.
Ella, hasta pocos días, era una mujer organizada, pulcra, puntual, seria, casi fría y distante con el mundo exterior. Sus vínculos eran lo más relevantes para Mariana. Luciano, su pareja, sus padres, su hermano y su suegra merecían su atención completa pero el resto de los seres humanos estaban de paso, como si solo fueran decorado casi inexistente. Incluso en su trabajo ella se comportaba asi. Solo con Johanna compartia algo de cercanía y empatía como la que se tiene con una amiga. Si, Johanna podía ser considerada asi: como su amiga. De hecho Luciano y Mariana la habían invitado a cenar al departamento una media docena de sábados a los que Johanna, peculiarmente, había asistido acompañada cada vez por un joven distinto. Con Luciano siempre se preguntaban si Johanna duraba poco con sus novios o era una chica libre que se relacionaba fácilmente con los hombres. "Mirá vos" pensó mientras se ponía un vestido de media estación. "Luciano y yo suponíamos que Johanna era medio putita y aca estoy yo: una puta completa". Su compañera era quién mejor la conocía no solo en el trabajo sino fuera de sus vínculos cercanos. Mariana se paralizó ¿Se habrá dado cuenta Johanna de lo que estaba pasando en la oficina con ella y Darío? ¿Habrá notado en lo que Mariana se estaba convirtiendo? Iba a tratar, con algún artilugio y disimuladamente de averiguarlo esa mañana. Ya se le ocurriría algo. Miró el celular. 6 am. En 15 o 20 minutos llegaría a buscarla Julián. Pasó sus hermosas y largas piernas por los huecos de una tanga pequeña y se calzó unas botas negras y altas. Se miró de nuevo en el espejo, pero ahora vestida. Con su nuevo color y corte de pelo y su ropa se vió tan extremadamente sexie que decidió no ponerse sutien. Sus tetas eran perfectas, paradas, duras. No neesitaba corpiño. Es más: sin él se notaba más seductora. Se preparó un tercer trago de gintónic y lo sorbió con gusto ya que era el balance perfecto entre lo arriba que estaba por la merca y lo que la adormilaba el alcohol. "La merca" pensó. Abrió su bolso y notó que, como Julián le había obsequiado tanta cantidad, a pesar de todo lo que ya había tomado la bolsa de cocaina parecía interminable.
Se sentó en la cama matrimonial aprovechando que Luciano roncaba en el sillón del comedor justo del lado del que acostumbraba dormir su pareja y sobre el vidrio de la mesa de luz que pertenecía al cornudo de su marido armó 3 rayas gigantes, largas, gordas. Merca tenía de sobra y ganas de aspirarlas, muchas más. Aspíró la primera lentamente y cuando la terminó gimió con un suspiro excitante. ¡Dios! Que rica era la cocaina de Julián y como le gustaba estar tan despierta, medio borracha y merqueada a esa hora tanto que un chorro de sus jugos vaginales le mojó la tanga recién puesta. No le importó. Había dos más esperándo ser esnifadas. La segunda raya la tomó velozmente y esta vez si se sintió cogida. "Ahhhh" suspiró y restregó su nariz. "Darío, Darío. Hiciste magia en mi. Y amo lo que me está sucediendo". Su pensamiento se conectó con su concha sintiendo como su tanga se empapaba completamente. No le importó y decidió que se la iba a dejar puesta. Su concha olía riquísima. Era uno de sus orgullos: los hombres anteriores a Luciano siempre le halagaban su aroma cuando se la chupaban. ¿Cojer? No, ella debutó con su pareja, sus primeros noviecitos solo la manoseaban y se la mamaban y nada más. Asi era Mariana unos años atrás. Casta, virginal, distante.
¿Que le había visto a Luciano? Pensó, ahora que su pareja se había convertido en un maniquí al que veía solo un ratito por las noches cuando llegaba cogida, llena de cocaina, oliendo a puta. "¿Que le vi a este flaco que ni se da cuenta que su compañera se volvió en una atorranta cocainomana y sexópata?". Por primera vez en sus años juntos Mariana dudó de las virtudes de Luciano. Una tercera raya gorda y larguísima aun la esperaba. "Por el cornudo de mi marido" dijo en voz alta, sin importarle que existiese la posibilidad de que él la escuche, aun dormido. Abrió la puerta de la habitación y lo miró casi con lástima y algo de sorna y volvió a hablar con su voz normal. "Por vos cornudito me tomo esta linea que me cambió un macho pijudo por una garchada maravillosa" giró hacia la mesa de luz de Luciano, todo un símbolo, y la jaló lentamente, disfrutando como ese polvo maravilloso la iba penetrando como acostumbraba a hacer la verga de Darío, como la pija de Mariano, como la carne sabrosa de Julián, su dealer -amante. Esas tres tomadas más el último sorbo de gintónic la entonaron y empoderaron de tal manera que determinó que en el tiempo libre que tendría antes de entrar a la oficina se iba a dejar cojer fuerte y sucio por el taxista . "Estoy completamente convencida, cornudo" habló dirigiéndose a Luciano que seguía durmiendo. "Y te advierto que quiero seguir siendo la más puta y merquera....". La vibración de su celular la frenó pues en ese estado era capaz de ir al lado de su pareja, despertarlo y decirle "Tu Marianita está siendo la puta de Darío y tiene un transa que le da merca a cambio de una pija que te supera ampliamente". Lo había pensado porque estaba hecha una fiera envalentonada. Miró el telefonito. Era un mensaje de Julián que le avisaba que en 5 minutos la esperaba en la esquina donde la había dejado horas atrás. Se tocó la bombacha empapada mientras daba un últim vistazo al espejo que le devolvió la imagen de una perra en celo, imbatible y sexual. Se puso un saco, tomó su cartera con la merca dentro, tomó las llaves, echó una mirada de menosprecio para con su pareja y salió del departamento con la actitud similar a la de un convicto cumpliendo su pena y dejando atrás la cárcel....
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