La conversión de Mariana (pt 6).
Introdujo la llave en la cerradura cuidando hacer el menor ruido posible
y mientras la abre sabe que ingresa al lugar que seguramente la aguardaría algo similar al infierno.
Pero parecía que la suerte estaba de su lado: ¡otra vez Luciano dormia plácodp
en el sofá con una copa de vino vacía en el piso, ajeno a todo tiempo y
espacio!
Mariana, silenciosa y con una sensación de alivio entró al baño para tratar de
sacarse ese olor a zorra en celo que –hay que decirlo- ya casi era una rutina
diaria.
Abrió la canilla del lavabo, se sentó en el inodoro y en ese momento notó ¡que
no tenía su bombacha! La había dejado en el taxi de Julián. “¿Qué más?” se
preguntó mentalmente. “¿Cuántas cosas de puta voy a hacer a cada rato?”.
¿Ustedes piensan que darse cuenta de semejante olvido la perturbó? De ninguna
manera… el dealer Julián. El taxi. La bombacha empapada con su aroma a puta
luego de uno de los mejores sexos sucios que había tenido. Y recordó la merca
que su ¿nuevo amante? le había obsequiado. Se arrodilló en el piso, cerró la
tapa del inodoro y armó 4 rayas gordas y larguísimas y se las tomó una a una
sin detenerse.
Aprovechando el estado de su pareja, abrió la ducha, se desnudó completa y se
dejó empapar por la tibieza del agua que iba a llevarse gran parte de su parte
más sucia y turbia.
Pero había un punto en concreto que no tenía resuelto. ¿Qué le diría a Luciano
cuando la viera sin su característica melena castaña llena de rulos con ese
cambio tan rotundo y contundente? Darío le pidió que cambie su look
completamente, con su pelo corto, bien negro y lacio. Y lo iba a complacer. A
esta altura ¿le importaba lo que su compañero pensaría? Estaba claro que no.
Luciano ya no era un escollo. Ella hoy ya era puta, caliente, infiel, libre,
atorranta, turbia y todo ese combo la empujaba a no tener pudores, temores,
inhibiciones.
Salió de la ducha. Miró la hora. La 1:50 de la madrugada. La situación estaba
totalmente desbordada y no había lugar para ninguna excusa. Su rutina durante
años estaba en las antípodas de su dia a dia actual. Casi las 2 de la mañana.
Mariana no tenía hambre y con tanta merca encima, tampoco sueño. Y asi, en un
acto sin ninguna reflexión tomó la tijera con la que acostumbraba a
entresacarse los rulos y volvió al baño a cortarse el pelo como Darío quería. Y
ella también, claro. Porque ya no hace falta recordarlo: realizar lo que Darío
deseaba le gustaba y la calentaba tanto como al mismo tipo que le hacía el
pedido. Complacerlo en cualquier solicitud la desbordaba. Con el pelo más
corto, mezcló la tintura en un bol junto a la crema que viene en la caja, se
peinó bien, y comenzó a pasar el pincel que contenía la tintura, la crema y un
poco de decolorante. El color de su cabello era castaño, asi que ni se preocupó
en decolorarlo. Mientras esperaba que tome color, a esa hora, sin importarle
nada, llamó a una vecina del mismo edificio. “Hola, Sandra? Perdón la hora. Me
prestás la planchita del pelo? Me olvidé que mañana tengo un evento temprano y
necesito arreglarme ya mismo. Bajo y te toco timbre”. Sandra, medio dormida ni
tuvo oportunidad de responder que cuando entendió lo sucedido ya estaba Mariana
en la puerta. “Te pido disculpas de nuevo, amiga. Mañana te la devuelvo” le
dijo la zorra mientras tomaba el adminículo que haría que sus rulos queden
lacios. Buscó en Google detalles como cuánto tiempo esperar, que hacer luego de
que el cabello haya tomado su color y demás mientras, obviamente, degustaba de
la cocaína que Julián le había obsequiado. Recordó la garchada que le dio el taxista
y ahí nomás, tomó el frasco de desodorante de Luciano, su pareja, y empezó a
pajearse fantaseando en lo macho que se iba a sentir Darío al dia siguiente
cuando la viera morocha, de pelo lacio y corto. Como él le pidió.
El improvisado consolador era bien duro. Muy duro. Asi que aprovechó, le pasó
crema y se lo metió en el culo. “¡Por Dios!” pensó “¡Son casi las 3 y media de
la mañana! ¡Y acá me encuentro: consintiendo a un tipo casi desconocido que me
tiene doblegada a fuerza de pija, merca y poder!” y pensarlo le proporcionó el
orgasmo que necesitaba.
Entornó la puerta del baño y espió hacia el comedor. Luciano seguía dormido
profundamente y ella iba a salir desnuda, merqueada, gozosa de las cojidas y su
reciente paja y ¡con un look que, verdaderamente, la convertía en otra persona!
Y lo era. Si en su interior desde su mente, su cuerpo y sus fosas nasales
Mariana se había reconvertido, su exterior tenía que expresarlo.
Cerca de las 5 am todo su cambio ya estaba terminado. Se miró en el espejo de
la habitación que tenía el tamaño de un cuerpo. Se quitó el toallón y se vió
desnuda y con su nuevo cabello. “¡Que puta me siento, por favor! ¿En que me
convertí? ¿Cómo pasó tan rápido y sin que presente resistencia alguna? Y lo que
es peor ¿por qué me gusta y me calienta tanto?”.
Se pegó otro baño largo y relajante que le sirviera para despabilarse un poco ya que no había
dormido entre lo que trabajó en su pelo y la merca que la mantenía bien
despierta, pero en un rato tenía que volver a la oficina.
No tenía ni hambre,
ni sueño pero si un poco de sed. Abrió la heladera y vió que su chico había
comprado Gin y agua tónica. Era justo lo que necesitaba. Si. Mariana, la joven
organizada y estricta que era hace solo unos pocos dias estaba tomandose un gintónic a
las 5.45 de la mañana, mientras, por supuesto, se jalaba unas gordas lineas de
cocaína. Se preparó 2 tragos –uno no fue suficiente- y le mando un whatsapp a
Julián. “¿Estás trabajando? Tengo que ir a la oficina y en este estado no quiero
ir ni en bondi ni en subte. ¿Podés venir por mi?”. Julián le respondió que no
estaba con el taxi pero que la iba a buscar en su auto. Que lo espere 30
minutos. Cortó y recién ahi cayó en la cuenta que Julián pasaría por ella... ¡a las 6:15 o 6:30 y ella entraba al laburo a las 9! "Pará, Mariana" se dijo a si misma. "En auto llegaremos a mi trabajo bastante rápido pero ¿que haremos con el tachero transa con unas dos horas libres?". Estaba recién bañada y ya se sintió húmeda. "Pará, Mariana" se repitió. "Lo de Darío es una locura, lo se, pero una derrapada la tiene cualquiera" quiso convencerse, justo ella, que era toda rigor. "Pero Julián no estaba en los planes, es un tipo grande -pero se ve que se ha cuidado- y si bién tiene una pija hermosa y me da la nieve rica.... ¿a dónde querés llegar, puta de mierda?" pensaba mientras terminaba de vestirse, luego de cambiarse la tanga que ya estaba empapada.
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